Cuando los relojes retroceden y ganamos una hora extra, puede parecer un bono de bienvenida. Pero no para todos. Los noctámbulos, aquellos que naturalmente prefieren quedarse despiertos hasta tarde y levantarse tarde, a menudo encuentran esta época del año particularmente difícil.
La explicación radica en la ciencia de nuestros relojes internos.
Los cronotipos son nuestra preferencia natural para despertarse y dormir a determinadas horas, tanto si eres un madrugador que salta de la cama al amanecer como un noctámbulo que cobra vida por la noche.
Esta variación es parcialmente genéticoy también influye en los ritmos naturales de nuestro cuerpo, como la liberación de hormonas y las fluctuaciones de la temperatura corporal. Durante el día, la hormona cortisol aumenta para ayudarnos a sentirnos alerta y con energía, mientras que otra hormona, la melatonina, que induce la somnolencia, se produce más por la noche. De manera similar, nuestra temperatura corporal fluctúa, generalmente alcanza su punto máximo al final de la tarde y desciende durante la noche para facilitar el sueño.
Cuando los relojes retroceden, los noctámbulos a menudo enfrentan una doble carga. Su ritmo biológico ya cambia más tarde en comparación con otros, y el cambio repentino de luz del día hace que sea más difícil alinearse con el reloj social que dicta los horarios de trabajo y escuela.
Para los noctámbulos, el cambio repentino significa perder la luz del día, cuando naturalmente podrían estar más alertas y activos. Este cambio puede exacerbar la sensación de desfase horario social, un estado en el que su reloj biológico interno no está sincronizado con las demandas sociales. La investigación muestra eso desfase horario social se asocia con un aumento del estrés, un menor estado de ánimo y incluso efectos sobre la salud como peor salud cardiovascular.
Por si fuera poco, las personas con un cronotipo nocturno tienden a tener más dificultades para adaptarse a los cambios abruptos en los patrones de sueño. Su melatonina (la hormona que indica que es hora de dormir) se libera más tarde en la noche. Cuando finaliza el horario de verano, este retraso puede provocar una desalineación aún mayor entre su reloj interno y el medio ambiente.
Investigación de personas que viven en regiones polaresdonde hay muy poca luz natural durante varios meses del año, revela cuán sensible es nuestro sentido del tiempo a la exposición a la luz. A estudio 2020 La tripulación de la estación antártica argentina Belgrano II midió su estimación del tiempo en el rango de segundos a minutos en cinco momentos diferentes del año. Descubrió que la percepción que la gente tiene del tiempo en invierno se debe a la falta de luz natural y al aislamiento social y confinamiento que conlleva vivir en la estación.
La investigación en regiones polares está proporcionando información sobre cómo los diferentes cronotipos se adaptan a las condiciones extremas de luz diurna. Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que las personas con cronotipos matutinos tienden a adaptarse mejor a la luz diurna prolongada de los veranos polares, manteniendo patrones de sueño y salud mental más estables. Las personas con cronotipos nocturnos a menudo luchan con largos períodos de oscuridad en los inviernos polares, lo que provoca mayores alteraciones del sueño y del estado de ánimo.
Estos conocimientos no sólo tienen el potencial de mejorar la calidad de vida de las personas en dichos entornos, sino que también podrían ser fundamentales en la futura exploración espacial, donde será esencial adaptarse a señales temporales únicas.
Estados de ánimo oscuros y privación de luz.
Esta lucha no se trata sólo de sentirse cansado. Afecta la productividad, la salud mental y la satisfacción con la vida. Los estudios sugieren que personas con cronotipos posteriores son más vulnerables a los síntomas afectivos estacionales cuando los días se acortan. Esto puede deberse a que es más probable que los noctámbulos se vean privados de la luz de la mañana que ayuda a regular los ritmos circadianos.
La luz de la mañana es particularmente importante para regular los ritmos circadianos porque contiene una mayor cantidad de luz azul, que es la longitud de onda más eficaz para estimular la producción de cortisol en el cuerpo y suprimir la melatonina. La exposición a la luz natural de la mañana también ayuda a restablecer el reloj interno.
Los noctámbulos a menudo enfrentan desafíos prácticos que los madrugadores tal vez no aprecien del todo. La desalineación entre sus patrones naturales de sueño y las exigencias de los horarios tradicionales de trabajo o escuela puede provocar una privación crónica del sueño. Este lucha por adaptarse Un horario temprano puede perjudicar el rendimiento cognitivo, la toma de decisiones y la productividad. Los estudios han encontrado que los noctámbulos tienen más probabilidades de experimentar dificultades con salud metabólica (procesar alimentos como grasas y azúcares), que puede estar vinculado a patrones irregulares de sueño-vigilia.
A los búhos de la noche también puede resultarles más difícil aprovechar los beneficios de las actividades matutinas que pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo y el bienestar. Actividades como el ejercicio al aire libre con luz natural son particularmente efectivas para regular los ritmos circadianos. Es por eso que los noctámbulos que extrañan la luz de la mañana podrían no obtener los mismos beneficios de las actividades nocturnas. Esta falta de alineación con las normas sociales puede generar sentimientos de aislamiento o de incomprensión. Al reconocer y validar estas diferencias, podemos comenzar a crear entornos que respalden las necesidades de diferentes cronotipos.
Los desafíos que enfrentan los noctámbulos cuando los relojes retroceden resaltan cómo los rígidos horarios de nuestra sociedad no siempre se adaptan a la diversidad de la biología humana. Reconocer estas diferencias puede ser un primer paso para apoyar a las personas cuyos relojes internos no se alinean con la norma, ya sea a través de horarios de trabajo flexibles, fototerapia o simplemente una mayor conciencia de las diferencias cronotípicas.
Este artículo fue publicado originalmente en La conversación por Darren Rodas en la Universidad de Keele. Lea el artículo original aquí.