El espíritu empresarial se ve afectado por una perspectiva política a corto plazo. Con la incertidumbre como algo seguro después de la Elecciones estadounidenseses hora de que Canadá vuelva a ser estratégico.

La esencia del espíritu empresarial es asumir “riesgos inteligentes”. Si eres bueno en eso y disciplinado, tendrás una visión respaldada por una estrategia y un plan para tu marca. Si eres bueno en eso, también tendrás un momento fortuito y tu negocio despegará.

Los mejores y más atrevidos emprendedores asumen riesgos inteligentes en tiempos de caos e incertidumbre. Donde otros ven peligro, ellos ven la necesidad del cliente. Cuando los cautelosos entre nosotros queremos volver a “como eran las cosas”, los grandes emprendedores visualizan un futuro mejor, innovan y se proponen hacerlo realidad.

Los empresarios canadienses exigen que su gobierno adopte riesgos inteligentes lo antes posible. Una encuesta reciente de KPMG destacaron sus preocupaciones: no sólo a casi el 90 por ciento de los propietarios de PYMES les preocupa que su negocio sea un “daño colateral” al proteccionismo estadounidense, sino que el 85 por ciento está revisando su estrategia comercial y casi el 80 por ciento dice que los impuestos comerciales que pagan en Canadá son demasiado altos.

Como grupo, los empresarios necesitan mucho mejor del gobierno federal. Como país, debemos exigirlo para que no todos paguemos el precio de una productividad deficiente y un retraso en la innovación, que nos ponen a merced del interés personal estadounidense.

Piense en la inestabilidad económica y social de los últimos cinco años: COVID-19, interrupción de la cadena de suministroinflación, polarización, parlamentos minoritarios, un vecino del sur fracturado. Momentos como estos exigen innovación y previsión, pero en cambio han sido recibidos con medidas federales diseñadas simplemente para salir adelante y cosechar votos, a riesgo del éxito a largo plazo de nuestro país.

El resultado es un panorama actual de políticas empresariales canadienses que es históricamente débil y no promete mejorar en el corto plazo. Veamos los hechos:

  • La productividad y la innovación están bajando.
  • El número de personas que inician negocios está disminuyendo.
  • Muchos fundadores en edad de jubilación están abandonando el campo sin haber sido reemplazados orgánicamente.
  • El crecimiento del empleo se da principalmente –y de manera insostenible– en el sector público.

Todas estas son señales de alerta. Ninguna de estas condiciones creará una mejor calidad de vida para los canadienses en el futuro. Tampoco reducirán nuestra dependencia de Estados Unidos creando un Canadá más vibrante.

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