Cómo amar a alguien a quien no puedes aferrarte

Todos hemos caído en las trampas de personas temporales.

Llegan tan rápido como se van de nuestras vidas; con sus mentes tambaleantes, sus cuerpos impactantes y sus corazones genuinos y abiertos. Son huracanes, locura y bolas de demolición; son rayos de sol y felices rendiciones.

Queremos protegernos de las tormentas que encarnan estas personas, pero también queremos entrar en su centro. Queremos su caos y su locura; lo queremos como otros quisieron el nuestro.

Nos aconsejan que no nos dejemos llevar por estas personas. Y, sin embargo, lo hacemos, sabiendo perfectamente que no podemos conservarlas. ¿Cómo podríamos no hacerlo, después de todo?

Queremos sus ahora y sus para siempre. Queremos sus medias sonrisas soñolientas cada mañana mientras tomamos un café y sus brazos fuertes para arrullarnos hasta que nos quedemos dormidos. Queremos sus tardes de sábado borrachas de vino y sus mañanas de domingo perezosas. Queremos sus palabras y sus silencios; sus caídas y sus fortalezas. Queremos a la gente que amamos en su totalidad, pero a veces solo nos dan una fracción. Y esto es lo que hacemos con eso.

Cuando no podemos aferrarnos a las personas que amamos, envolvemos sus recuerdos entre las fibras de nuestro corazón y los llevamos con nosotros. Recordamos el tono de su risa en los días en que llueve a cántaros. Visualizamos las curvas de su piel cuando necesitamos saber que no todo está perdido. Tomamos los momentos que compartimos con estas personas y los congelamos, los inmortalizamos, los conservamos y los mantenemos vivos dentro de los antiguos museos de nuestras mentes.

No tenemos por qué maldecir, resentir y olvidar a las personas que la vida no nos permitió retener. No tenemos por qué deshacernos de sus impresiones y protegernos de su impacto. Tenemos derecho a dejarlas entrar. Tenemos derecho a dejar que importen. Tenemos derecho a participar en la estupidez temporal de enamorarnos de alguien que no va a quedarse dejándonos de la mano lisiada y arrugada cincuenta años después.

Porque Algunas personas simplemente no están destinadas a quedarse para siempre.Algunas personas llegan a nuestras vidas por una temporada, por una razón, con el simple propósito de mostrarnos el mundo de una manera en la que nunca lo hubiéramos visto de otra manera.

¿Y qué más podemos hacer sino retener a estas personas mientras las tengamos?

¿Qué más podemos hacer sino dejarnos encantar por la brillantez de sus mentes, por la pureza de sus espíritus, por la fuerza, la intensidad y el contraste que proyectan en los rincones sin color de nuestras vidas?

¿Qué más podemos hacer que memorizar el olor de su piel y el sabor de sus cuerpos y la sabiduría de su mente siempre cambiante, mientras los tengamos capturados en los rincones tangibles de nuestro Universo? ¿Qué más podemos hacer que amarlos con todo lo que tenemos antes de que se vayan?

Después de todo, nunca sabemos cuánto tiempo queda.

Y cuando lo miras de esa manera, no parece tan insoportable en absoluto: permitirte amar a alguien con todo lo que tienes y luego dejarlo ir total y completamente.



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