La causa de la situación actual puede ser una mentalidad distorsionada y profundamente arraigada que ha fomentado una cultura de jerarquía, codicia y privaciones. Al priorizar las ganancias sobre la seguridad, las prácticas deficientes y la supervisión ponen a las personas en peligro. Una oportunidad crítica para reformar la industria debe comenzar con un cambio fundamental de valores.
Las empresas deben priorizar el bienestar y la seguridad de los empleados, estableciendo nuevos estándares que puedan resolver problemas generalizados y garantizar un entorno más seguro y respetuoso para todos.
Una solución sería sustituir las medidas punitivas por programas de recompensas para el comportamiento positivo. Poner el énfasis en el refuerzo positivo en lugar de las sanciones motiva a los trabajadores a mantener altos estándares y a seguir los protocolos de seguridad. Este enfoque promueve la comunicación abierta y el trabajo en equipo, lo que conduce a obras de construcción más seguras y eficientes.
Al reconocer las buenas prácticas del personal de primera línea, la industria puede cultivar una cultura de mejora continua, así como impulsar la moral y la productividad, garantizando la sostenibilidad y el éxito del sector a largo plazo.
La implementación de una cultura del cuidado debe ser una iniciativa de arriba hacia abajo, que haga hincapié en el respeto por los artesanos en todos los niveles. Al mostrar respeto mutuo y honrar las contribuciones de cada trabajador, podemos reconstruir la confianza. Este es un llamado a la acción para que todas las partes interesadas adopten un nuevo espíritu que coloque a las personas y las prácticas éticas en la vanguardia del sector de la construcción.
Al cambiar el enfoque de la reducción de costos a la calidad y el respeto por los trabajadores calificados, la industria puede fomentar una cultura que valore la artesanía.
Para evitar más pérdidas de vidas y bienes, es imprescindible que los líderes de la industria y el gobierno colaboren estrechamente. Es esencial un esfuerzo conjunto para llevar a cabo reformas que garanticen un entorno de trabajo más seguro y ético.
Choy Hon-ping, presidente y director general de Hip Seng Group
Compremos localmente y apoyemos nuestra economía
Como habitantes de Hong Kong, no deberíamos esperar a que los acuerdos nos caigan del cielo. Podemos hacer todo lo que esté en nuestra mano por nuestra ciudad.
Pero nacimos y crecimos en esta ciudad. Le debemos lealtad. Cuando nuestra ciudad está estancada en la rutina, ¿quién puede salvarla sino nosotros mismos?
Por eso, sugiero que busquemos marcas y productos locales cuando vayamos de compras a los supermercados entre semana. En Central, Wan Chai, Causeway Bay, etc., se puede comprar bastante y muchos minoristas ofrecen descuentos para sobrevivir. Para mí, ir de compras en estos distritos es como visitar a viejos amigos. Te sientes cómodo en un entorno familiar.
Mientras nos dirigimos hacia la integración en el Área de la Gran Bahía, mi humilde deseo sigue siendo que la bandera de Hong Kong siga ondeando en alto.
Jacqueline Kwan, autora de Sai Ying Pun
El inglés es obligatorio en las empresas de China continental
Hoy en día, algunos en Hong Kong pueden pensar que el conocimiento del chino es suficiente para que puedan trabajar en el continente.
Hablando desde la experiencia de haber vivido en Pekín durante 13 años, China es, de hecho, un mercado internacional, donde la gente está ansiosa por aprender bien inglés para ascender en la escala corporativa. Un solicitante de empleo de Hong Kong podría no sobrevivir en este mercado altamente competitivo, ya que hay muchos jóvenes de China continental que pueden hablar inglés con acento impecable y escribir ensayos concisos.
Recuerdo cómo mis horizontes se ampliaron en los desayunos y almuerzos ocasionales que compartía con empleados de empresas multinacionales. Había un ingeniero continental de mediana edad que hablaba inglés y alemán con fluidez; otro continental y su asistente hablaban inglés y francés. Y, por supuesto, el mandarín es su lengua materna.
El inglés es un requisito mínimo en este mercado competitivo. Espero que mi historia sirva de inspiración a los jóvenes de Hong Kong para que aprendan bien el inglés.
Edmond Pang, Fanling