Explorando el vínculo entre los patrones de estilo de vida y la depresión en personas diabéticas

En un estudio reciente publicado en Salud pública de BMClos investigadores investigaron el impacto de los patrones de estilo de vida y la dieta en la depresión en personas con diabetes.

Sus hallazgos indican que los patrones de estilo de vida influyen significativamente en la depresión, y que la inflamación alimentaria desempeña un papel mediador, lo que sugiere que promover dietas antiinflamatorias y prácticas de estilo de vida saludables puede ayudar a prevenir y aliviar la depresión en pacientes diabéticos.

Estudiar: Influencia de los patrones de estilo de vida sobre la depresión en adultos con diabetes: un efecto mediador del índice inflamatorio dietéticoCrédito de la imagen: Elena Eryomenko/Shutterstock.com

Fondo

La diabetes se está volviendo más común en todo el mundo, con millones de personas afectadas y se espera que muchas sean diagnosticadas en los próximos años. Personas con diabetes tienen muchas más probabilidades de sufrir depresión en comparación con aquellos que no tienen diabetes.

La depresión en pacientes con diabetes puede provocar peores resultados de salud, como un control deficiente del azúcar en sangre y un estilo de vida poco saludable. Las investigaciones anteriores se han centrado principalmente en factores de estilo de vida individuales, como el tabaquismo o la falta de ejercicio, y su relación con la depresión.

Sin embargo, el efecto combinado de diversos patrones de estilo de vida sobre los síntomas depresivos en pacientes con diabetes aún no está claro.

Acerca del estudio

Este estudio abordó una brecha de investigación existente al examinar cómo diferentes hábitos alimentarios y patrones de estilo de vida, particularmente aquellos que causan inflamación, influyen en la depresión entre los pacientes con diabetes.

Los investigadores utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) recopilados entre 2009 y 2020. NHANES es una gran encuesta que evalúa la salud y la nutrición de las personas en los EE. UU.

Los datos se recopilaron mediante entrevistas y exámenes médicos. A partir de estos datos, los investigadores seleccionaron a 3.009 adultos con diabetes para su análisis, excluyendo a aquellos con información incompleta.

Los investigadores consideraron cinco hábitos de vida: tabaquismo, consumo de alcohol, duración del sueño, actividad física y comportamiento sedentario. Cada uno de los hábitos se clasificó como saludable o no saludable.

También midieron los hábitos alimentarios utilizando el Índice Inflamatorio Dietético (DII), que puntúa las dietas según su potencial para causar inflamación.

Los síntomas depresivos se evaluaron mediante una encuesta que clasifica la gravedad de la depresión. Se utilizaron varios métodos estadísticos para identificar patrones en los comportamientos de estilo de vida y analizar sus efectos sobre la depresión.

Los investigadores examinaron luego el papel de la inflamación alimentaria en la mediación del vínculo entre los patrones de estilo de vida y la depresión. El estudio tuvo en cuenta posibles factores de confusión como la edad, el sexo, la etnia, la educación, los ingresos y el índice de masa corporal (IMC).

Recomendaciones

El estudio analizó datos de 3.009 adultos con diabetes, con una edad media de 61,3 años. Alrededor del 13,7% de los participantes presentaban síntomas depresivos.

Los investigadores identificaron tres grupos de estilos de vida: aquellos con estilos de vida poco saludables (44,5%), aquellos que llevaban estilos de vida poco saludables pero no bebían alcohol (48,1%) y aquellos que fumaban pero por lo demás estaban sanos (7,4%).

El grupo que seguía estilos de vida poco saludables presentaba altos índices de consumo de alcohol, problemas de sueño, inactividad y comportamiento sedentario.

Aquellos que llevaban un estilo de vida poco saludable sin alcohol consumían menos alcohol, pero aun así mostraban conductas poco saludables. El tercer grupo tenía tasas elevadas de tabaquismo, pero menos otras conductas nocivas.

El estudio encontró que el segundo grupo que no bebía alcohol tenía más probabilidades de experimentar depresión en comparación con el primer grupo, que sí lo hacía.

Las puntuaciones DII más altas se asociaron con un aumento de la depresión, lo que sugiere que las dietas proinflamatorias contribuyen a los síntomas depresivos.

El DII pareció mediar parcialmente la relación entre el grupo no saludable que no bebía alcohol y su riesgo de depresión y mediarla completamente para el grupo que fumaba pero por lo demás estaba sano, lo que indica el impacto de la inflamación dietética en los síntomas depresivos en pacientes con diabetes.

Conclusiones

Este estudio subraya la naturaleza interconectada de los comportamientos de estilo de vida y sus efectos sinérgicos sobre los resultados de salud, particularmente en personas con diabetes.

Los hallazgos resaltan la importancia de las dietas antiinflamatorias, ricas en frutas, verduras, cereales integrales y ácidos grasos omega-3, para reducir el riesgo de depresión entre las personas con diabetes.

También enfatiza la necesidad de intervenciones multifacéticas que aborden múltiples comportamientos no saludables simultáneamente.

Los resultados coinciden con investigaciones anteriores que muestran que las tasas de tabaquismo son más altas entre los hombres que entre las mujeres. Sugieren que los comportamientos no saludables pueden acumularse cada vez más con la edad y contribuir potencialmente al desarrollo de enfermedades crónicas.

El estudio también respalda la observación de que las personas que llevan estilos de vida más saludables a menudo siguen patrones dietéticos antiinflamatorios.

El resultado inesperado de que el grupo no saludable que no consumía alcohol tenía un mayor riesgo de presentar síntomas depresivos que el grupo que sí lo hacía plantea interrogantes sobre el papel del consumo moderado de alcohol en la posible mitigación de los síntomas depresivos.

Este hallazgo desafía la suposición de que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de depresión y sugiere que se necesitan más investigaciones para explorar los efectos neuroprotectores del consumo moderado de alcohol.

Entre los puntos fuertes del estudio se encuentran el gran tamaño de la muestra y el uso de datos de alta calidad y representativos a nivel nacional. Sin embargo, entre sus limitaciones se encuentran la dependencia de datos autonotificados, que pueden introducir sesgo de memoria, y un diseño transversal que no permite establecer la causalidad.

Las investigaciones futuras deberían utilizar estudios longitudinales y ensayos clínicos para comprender mejor estas relaciones y desarrollar estrategias de intervención eficaces.

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