Las propinas han sido durante mucho tiempo una piedra angular de la cultura de servicio estadounidense, un gesto de agradecimiento por un buen servicio. Pero según Dave Portnoy, fundador de Barstool Sports, la práctica se ha salido de control, en particular con la llegada de los quioscos de autopago que ahora piden a los clientes que den propina. Lo que antes era un simple acto de buena voluntad se ha transformado en una obligación social que hace que muchos consumidores se sientan acorralados, culpables y confundidos.
En una reciente aparición en “Varney & Co.”, Portnoy no contuvo su frustración y declaró: “No lo hago para ser un buen tipo, Stuart. Tengo un miedo terrible de que alguien me vea sin dar propina y diga: 'Dave Portnoy es un tacaño que no da propina'. Así que vivo con ese miedo y me obliga a dar propina en todo momento”. Sus comentarios reflejan un sentimiento creciente entre los estadounidenses que sienten que la cultura de las propinas ha llegado a un punto de inflexión (sin juego de palabras).
El auge de las propinas en las cajas de autoservicio: una nueva frontera de culpa
El modelo tradicional de propina siempre ha implicado un intercambio directo: un camarero, un barman o un trabajador de servicios presta un servicio y el cliente responde con una propina. Pero el panorama está cambiando. Hoy en día, los clientes se enfrentan a indicaciones para dar propina incluso cuando no hay interacción humana directa, como durante el proceso de pago automático. Esta nueva tendencia está generando dudas y debates sobre la ética y las expectativas en torno a las propinas.
La crítica de Portnoy se centra en este fenómeno. Explicó que la nueva tendencia de dar propina en las cajas de autoservicio es particularmente preocupante porque crea una situación incómoda en la que los clientes se sienten presionados a dar propina a pesar de recibir un servicio mínimo o nulo. “Es una situación difícil”, admitió Portnoy. “Yo tiendo a dar propina todo el tiempo, independientemente de si se trata de una caja de autoservicio o no”.
Otros críticos de esta práctica se hicieron eco de este sentimiento. James W. tuiteó: “Si una persona no está sirviendo o ayudando, no hay propina. Para eso es la propina. No hay propina para la empresa. La reciben cuando hacen una venta”. Esta opinión refleja una creciente frustración entre los consumidores que creen que la propina debería reservarse para los casos en que se brinda un servicio genuino.
La presión cultural para dar propina: un arma de doble filo
Las propinas siempre han estado cargadas de presión social, pero la introducción de la tecnología en la ecuación ha multiplicado por diez esa presión. A medida que las empresas adoptan cada vez más opciones de propina en las cajas de autoservicio para aumentar el salario de los trabajadores además de sus salarios regulares, los consumidores se preguntan si estas prácticas son justas y transparentes.
Empresas como aeropuertos, panaderías, cafeterías y estadios deportivos están implementando opciones de autoservicio de propinas, lo que incita a los clientes a dejar propinas de hasta el 20% incluso cuando han tenido una interacción mínima con un empleado. Como informó The Wall Street Journal, muchos clientes se sienten obligados a dar propina, pero a menudo se preguntan a dónde va realmente ese dinero y si realmente beneficia a los trabajadores.
Un usuario de Twitter, Onliesteverwho, expresó su frustración al afirmar: “¿Propinas en autoservicio? ¡Con gusto dejaría una buena propina!”. Este comentario sarcástico captura la esencia del absurdo que sienten muchos cuando se enfrentan a la expectativa de dar propina a una máquina.
El miedo a ser visto como un tacaño
Una parte importante del problema, como señaló Portnoy, es el miedo al juicio social. En un mundo en el que todo se graba y se comparte en las redes sociales, el miedo a que me pillen sin dar propina puede ser paralizante. “Vivo con el miedo de que alguien me vea sin dar propina”, confesó Portnoy. Este miedo no es infundado en una época en la que la humillación pública puede ocurrir en un instante, a menudo con graves repercusiones personales y profesionales.
Las redes sociales amplifican esta ansiedad. Un usuario llamado George comentó sobre la postura de Portnoy, destacando la naturaleza pública de las propinas: “¿También notaste que @daveportnoy es un tipo ruidoso y molesto?” Este comentario, si bien está dirigido a la franqueza de Portnoy, subraya el punto más amplio de que las acciones, ya sean propinas o de otro tipo, están sujetas al escrutinio público, especialmente en el caso de individuos de alto perfil.
La ética de las propinas: ¿cuándo es suficiente?
La cuestión más amplia que surge de esta cultura de las propinas es de ética: ¿cuándo es suficiente? Tradicionalmente, las propinas eran una forma de recompensar un buen servicio, pero a medida que se arraigan en transacciones que requieren poco o ningún esfuerzo humano, plantean preguntas sobre la moralidad y la necesidad de tales prácticas.
Muchos consumidores están empezando a mostrarse reacios a aceptar la oferta. Zach Lowe predijo: “Es sólo cuestión de tiempo antes de que haya una opción de propina en las cajas de autoservicio”. Ahora que esta predicción se ha hecho realidad, la reacción está creciendo. Consumidores como Dave Hartman han expresado su sorpresa y frustración: “En el aeropuerto de Newark, una de las tiendas generales tiene cajas de autoservicio que tienen un aviso para dejar propina. Me quedé atónito”.
La sensación de desconcierto es palpable en las redes sociales y más allá. Ted Zink tuiteó: “¿Qué sucede cuando las habilidades de un trabajador no generan un nivel de servicio digno de los 15 dólares por hora? ¿Más quioscos de autopago, menos propinas, menos horas, más automatización?”. Este comentario aborda las implicaciones más amplias de la cultura de las propinas, incluida su relación con el mercado laboral y el impulso hacia la automatización.
Las implicaciones más amplias: un cambio en la cultura del servicio
La crítica de Portnoy a la cultura de las propinas no se limita a las cajas de autoservicio; es un reflejo de un cambio más amplio en la cultura de los servicios en Estados Unidos. A medida que las empresas siguen encontrando nuevas formas de descargar los costos sobre los consumidores, la expectativa de dar propina, que antes era un gesto voluntario de agradecimiento, se ha convertido en una obligación social casi obligatoria.
Este cambio tiene implicaciones importantes para el sector de los servicios. A medida que las propinas se vuelven más habituales y esperadas en entornos no tradicionales, la intención original de darlas (como recompensa por un buen servicio) se está diluyendo. Los consumidores están cada vez más frustrados con la presión de dar propina en situaciones en las que sienten que no está justificada, lo que puede dar lugar a una posible reacción negativa que podría reconfigurar el sector de los servicios.
Repensando la cultura de las propinas
La crítica sincera de Dave Portnoy a la cultura de las propinas en Estados Unidos ha provocado una conversación necesaria sobre hacia dónde se dirigen las propinas. A medida que la tecnología continúa difuminando las líneas entre el servicio humano y las transacciones automatizadas, está claro que el modelo tradicional de propinas enfrenta desafíos sin precedentes.
El debate está lejos de terminar, pero una cosa es cierta: los consumidores están cada vez más hartos de que se les obligue a dar propina en situaciones en las que no lo consideran justificado. Como dijo Portnoy, “no lo hago para ser un buen tipo”, lo que refleja la frustración que sienten muchos. Queda por ver si la cultura de las propinas se recalibrará en respuesta a este creciente descontento, pero la conversación que Portnoy ha iniciado es un paso importante en esa dirección.
A medida que más voces se suman al coro que pide que se revisen las prácticas de pago de propinas, las empresas deberán considerar cómo abordarán el tema en el futuro. ¿Seguirán ampliando los límites de dónde y cuándo se esperan propinas o atenderán los crecientes reclamos de un retorno a un modelo de propina más tradicional y basado en el servicio? Solo el tiempo lo dirá.