Las obras de Thomas Trum están hechas con rotuladores gigantes y máquinas de pintura hechas a medida.

Las pinturas de Thomas Trum, realizadas con herramientas no tradicionales (una máquina para marcar caminos, un pincel conectado a un taladro y pistolas de pintura personalizadas que cambian de color gradualmente), son una maravilla para ver en proceso. Al crear impresiones en diversas escalas, desde papel hasta fachadas expansivas, el artista está “fascinado por la idea de dejar rastros detrás”. El estudio de Thomas es un hogar para la experimentación, y su particular exploración del color y la abstracción se pone a prueba dentro de “un marco restrictivo que se centra exclusivamente en la línea y el color”.

Aunque cada cuadro “requiere una preparación exhaustiva”, Thomas nos cuenta que su ejecución “a veces sólo lleva unos minutos”. La larga preparación de cada obra y la extensa investigación del artista sobre nuevos materiales y técnicas le permiten “descubrir continuamente nuevas formas de crear imágenes”. En cuanto a sus herramientas, Thomas recurre a grandes vehículos y maquinaria agrícola por su capacidad de funcionar “en un patrón rítmico” al pintar. No es de extrañar que cuando le preguntamos cuáles fueron algunas de sus principales influencias, nos diga: “Encuentro una inmensa inspiración en el trabajo meticuloso de los constructores, artesanos y agricultores, esencialmente, aquellos que crean y dan forma al mundo a través de sus manos y habilidades. La interacción entre el diseño, la técnica y la creatividad inherente a estos campos prácticos alimenta mi propia visión creativa”.

Thomas considera cada cuadro como “una interacción entre el ser humano y la herramienta, como una coreografía”. A pesar de sus montajes sistemáticos, las herramientas y técnicas agrícolas del artista dan como resultado formas orgánicas fluidas, pinturas que son transparentes respecto del proceso operado por el hombre. Cada pieza, dice Thomas, es “un movimiento capturado en color”.

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