El valor de la agricultura natural

En Japón se producen de media entre 1.000 y 2.000 terremotos perceptibles al año. Los tifones son habituales y se forman en todo el archipiélago japonés, afectando a la isla sobre todo durante los meses de verano. Además, en la actualidad siguen activos unos 100 volcanes, más que en casi cualquier otro país del mundo.

En general, los japoneses han adoptado la idea de que “la naturaleza no se puede controlar”. Los fenómenos naturales ocurren por sí solos y la intervención humana es inútil y presuntuosa. El agrónomo Masanobu Fukuoka, como tantos otros a su alrededor, compartía esta mentalidad. Pero, a diferencia de sus pares, él convirtió la filosofía en un método agrícola.

Esta mentalidad, que hoy se conoce como agricultura natural o agricultura de no hacer nada, fue propuesta por Fukuoka en su influyente libro de 1978, La revolución de una sola gotay sigue cinco principios: no labrar, no usar fertilizantes, no usar pesticidas ni herbicidas, no desmalezar y no podar. A diferencia de otras técnicas y métodos agrícolas, la filosofía agrícola de Fukuoka deja el cultivo de la tierra y la producción de alimentos en ecosistemas biodiversos a la naturaleza con una mínima intervención humana.

En la actualidad, los principios básicos de la agricultura natural (cuyo concepto fue ideado por Masanobu Fukuoka en la década de 1940) han sido transmitidos de Fukuoka a su hijo, Hiroki Fukuoka, y ahora a su nieto, Daiki Fukuoka. Gran parte del trabajo para preservar la filosofía de Fukuoka se lleva a cabo en la Granja Natural Masanobu de Fukuoka, que se encuentra en Ehime, en la isla de Shikoku, la más pequeña de las cuatro islas principales de Japón.

Una mañana soleada a principios de este verano, visité la Granja Natural Masanobu de Fukuoka y pasé tiempo con la familia cuidando la tierra.



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