El Consejo de Estado de China ha presentado un plan quinquenal para reformar el sistema hukou, profundamente arraigado, lo que marca un cambio significativo en la forma en que el país aborda las disparidades económicas y sociales entre los residentes urbanos y rurales. Durante décadas, el hukou, o sistema de registro de hogares, ha vinculado los beneficios sociales al lugar de nacimiento de una persona, impidiendo de hecho que millones de migrantes rurales accedan a la gama completa de oportunidades urbanas. A pesar de los intentos previos de reforma, se ha avanzado poco. Ahora, cuando la economía de China enfrenta el doble desafío de un mercado inmobiliario en enfriamiento y una demografía cambiante, esta última ronda de reformas llega en un momento crucial.
El motor económico de China, que antes estaba impulsado por la expansión industrial y un mercado inmobiliario en alza, ahora se enfrenta a un exceso de viviendas sin vender y una demanda menguante. Estos problemas se ven agravados por los cambios demográficos, como el envejecimiento de la población y la reducción de la fuerza laboral, que socavan la sostenibilidad de los modelos de crecimiento tradicionales.
Los economistas en general creen que, para revitalizar su economía, China debe pasar de un crecimiento impulsado por la inversión a uno que ponga el énfasis en el consumo interno y el desarrollo del sector servicios. La reforma del sistema hukou se considera una palanca clave en esta transición, que podría desatar la movilidad laboral e impulsar el gasto de consumo mediante la plena integración de los migrantes rurales en las economías urbanas.
El plan quinquenal se destaca por su énfasis en los incentivos financieros, en particular vinculando las transferencias fiscales a las tasas de urbanización. Esta estrategia alienta eficazmente a los gobiernos locales a integrar a los migrantes rurales alineando sus intereses financieros con las prioridades nacionales, abordando así la escasez histórica de fondos que ha obstaculizado los esfuerzos de reforma anteriores.
Otro aspecto clave del plan es su estrategia para revitalizar el mercado inmobiliario, que se encuentra en una fase de desaceleración, incentivando la compra de viviendas entre los migrantes rurales. Este enfoque dual está diseñado para estimular la demanda en el sector inmobiliario y dar a los migrantes una participación tangible en la vida urbana. Además de abordar los problemas de vivienda, el plan también amplía los servicios públicos y las oportunidades de formación profesional para los migrantes, así como el acceso a la educación para los niños migrantes.
A pesar de sus promesas, la implementación de este ambicioso plan enfrenta desafíos importantes. Los gobiernos locales, acostumbrados al control y la estabilidad que brinda el sistema hukou, pueden resistirse al cambio. Para muchos funcionarios locales, el sistema hukou ha sido una herramienta para administrar el tamaño de la población y mantener el orden social, asegurando que los recursos no se agoten. Alejarse de este modelo requiere un replanteamiento fundamental de la gobernanza local y la asignación de recursos, lo que puede no ser bien recibido por todos. Las preocupaciones sobre la escasez de recursos podrían llevar a algunos funcionarios a dudar en ejecutar reformas, temiendo que una afluencia de migrantes rurales pueda abrumar la infraestructura urbana existente, desde la vivienda y el transporte público hasta los sistemas de atención médica y educación.
Además, los residentes urbanos podrían considerar a estos inmigrantes como competidores por puestos de trabajo y recursos, lo que podría generar tensiones sociales que podrían socavar los objetivos de la reforma. Esto es particularmente preocupante en un entorno en el que las oportunidades económicas no se están expandiendo con la suficiente rapidez como para absorber la afluencia de nuevos residentes. El desafío consiste en asegurar que las áreas urbanas estén preparadas para acoger a estos nuevos residentes y equipadas para integrarlos eficazmente en la economía y la sociedad locales.
Los incentivos financieros diseñados para motivar a los gobiernos locales son cruciales para el plan. La idea de vincular las transferencias fiscales a las tasas de urbanización es innovadora, ya que alinea los intereses locales con los objetivos nacionales. Sin embargo, el éxito de esta estrategia depende en gran medida de una supervisión rigurosa para garantizar que los fondos se utilicen de manera eficiente y eficaz para apoyar la infraestructura y la prestación de servicios para los nuevos residentes. Esto exige un nivel de transparencia y rendición de cuentas que a menudo ha faltado en las operaciones de los gobiernos locales.
El plan también pretende abordar el exceso de inventario en el mercado inmobiliario alentando a los migrantes rurales a comprar casas en las ciudades. Si bien esto podría impulsar temporalmente el sector inmobiliario, depender de la demanda impulsada por las políticas en lugar de fomentar el crecimiento orgánico del mercado podría exacerbar las distorsiones del mercado inmobiliario. La iniciativa también podría enfrentar el rechazo de los gobiernos locales que ya están agobiados por la deuda, ya que la expansión de la infraestructura y los servicios para dar cabida a los nuevos residentes requiere una inversión significativa, lo que plantea dudas sobre si las transferencias fiscales serán suficientes.
Los desafíos van más allá de las infraestructuras y las preocupaciones económicas. El plan de reforma también debe abordar actitudes sociales profundamente arraigadas y desigualdades históricas. Las experiencias pasadas ponen de relieve el potencial de fricción social, como se vio en 2017, cuando un incendio en un barrio de inmigrantes llevó a las autoridades de Beijing a expulsar a los residentes sin hukou local, lo que desató una reacción violenta y puso de relieve la tensión entre el crecimiento y la estabilidad social. Megaciudades como Beijing y Shanghai siguen resistiéndose a la apertura debido a preocupaciones sobre la congestión y la armonía social, y temen que una afluencia incontrolada de migrantes pueda desestabilizar estos centros urbanos.
Las tendencias demográficas añaden otra capa de complejidad. La tasa de natalidad en descenso y el envejecimiento de la población de China amenazan la vitalidad económica a largo plazo que se supone que debe sostener la creciente urbanización. Si bien la integración de los migrantes rurales a las economías urbanas podría ayudar a mitigar algunos de estos desafíos demográficos al ampliar la fuerza laboral, también corre el riesgo de exacerbar las desigualdades sociales existentes si no se gestiona con cuidado.
Un obstáculo importante para la reforma es la naturaleza dual del hukou rural, que otorga derechos sobre la tierra y sirve como una opción de respaldo para muchos inmigrantes. En una economía en desaceleración, la seguridad de tener tierras rurales a las que recurrir hace que muchos inmigrantes se muestren reacios a comprometerse plenamente con la vida urbana mediante la obtención del hukou urbano. Esta renuencia refleja problemas más amplios con el sistema de tierras, que en sí mismo necesita urgentemente una reforma, un proceso que probablemente llevará muchos años.
Si bien el nuevo plan de reforma del hukou de China presenta un camino prometedor hacia una mayor integración económica y equidad social, su éxito está lejos de estar garantizado, ya que implica no sólo obstáculos logísticos y financieros sino también actitudes sociales arraigadas y desigualdades históricas. El éxito podría aliviar el malestar del mercado inmobiliario y dar rienda suelta a la demanda interna, mientras que el fracaso podría afianzar las disparidades existentes y crear distorsiones del mercado. Los resultados de esta reforma serán seguidos de cerca.