Por qué Europa necesita una política económica exterior

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Toda política exterior es en parte económica. La mayor parte de la política económica también tiene importancia geoestratégica. Estos hechos básicos son bien entendidos en Washington y Pekín, pero no así en las capitales de Europa.

Por eso, de las numerosas propuestas reflexivas que hay en El informe de Mario Draghi En cuanto a la productividad europea, ninguna es tan intrigante ni tan potencialmente trascendental como su llamado a una “política económica exterior” europea. El mero hecho de darse cuenta de que no existe tal cosa es un paso adelante.

¿Qué significaría para la UE tener una? Lo más obvio es que incluso la política económica interna se elaboraría a la luz de objetivos geoestratégicos. Draghi explica esa política como “una estrategia de Estado… para coordinar acuerdos comerciales preferenciales e inversiones directas con naciones ricas en recursos, acumular reservas en áreas críticas seleccionadas y crear asociaciones industriales para asegurar la cadena de suministro de tecnologías clave”.

La necesidad de ese tipo de política estatal va mucho más allá del enfoque de Draghi en asegurar recursos críticos, y abarca políticas industriales verdes en general y más allá.

Por ejemplo, las nuevas tarifas de carbono de la UE han incentivado a otras jurisdicciones a adoptar sus propios esquemas de fijación de precios del carbono. Sin embargo, este efecto, que beneficia en gran medida a la UE, es una idea de último momento y no el objetivo principal de la política (que era evitar que la industria verde europea se viera socavada por importaciones con alto contenido de carbono). Fue más una feliz coincidencia que una cuestión de Estado.

Las nuevas normas de la UE sobre la sostenibilidad de la cadena de suministro (sobre la deforestación, por ejemplo) han provocado fricciones diplomáticas, ya que los socios comerciales las consideran proteccionistas. Esto tomó a los europeos por sorpresa, algo que política exterior La perspectiva podría haber evitado.

La cuestión no es que esa perspectiva debería o debería haber moderado la búsqueda de objetivos internos. Por el contrario, colocar consideraciones geoestratégicas en el centro de los objetivos internos económico La toma de decisiones, en la mayoría de los casos, elevaría el nivel de ambición.

Tomemos el trabajo del Banco Central Europeo en un euro digitalSe ha centrado en gran medida en los efectos sobre el sistema monetario interno de la eurozona, lo que ha llevado a un consenso sobre límites estrictos a las cantidades de euros digitales que cualquiera puede tener para proteger los modelos de negocios de los bancos tradicionales. Una perspectiva de política exterior elevaría el papel internacional del euro y las ventajas estratégicas que podría aportar. Por lo tanto, enfatizaría que permitir que los usuarios extranjeros tengan una gran cantidad de euros digitales con facilidad alentaría la facturación en euros en el comercio internacional y vincularía más fuertemente a otras economías con la UE.

De la misma manera, una perspectiva de política exterior inyectaría una urgencia muy necesaria a los proyectos para unificar los mercados bancarios y financieros de la UE. Las divisiones nacionales socavan la fuerza económica colectiva de Europa y aumentan su dependencia de otros países.

La descarbonización del parque automovilístico europeo es un tema que requiere con mayor urgencia una política económica exterior de la UE. Debería ser obvio que los países de la UE necesitan una mayor afluencia de vehículos eléctricos chinos en el segmento más barato y también un mercado interno lo suficientemente grande como para que los fabricantes de automóviles de la UE puedan realizar con confianza las inversiones necesarias para aumentar su propia capacidad de producción de vehículos eléctricos.

Esto requiere una combinación de políticas: una apertura controlada a las importaciones chinas, una inclinación mucho más fuerte de las políticas de subsidios al consumo y de compras hacia los vehículos eléctricos producidos en la UE, y un juicio cuantitativo general de qué cantidad de cada uno es óptima. Fundamentalmente, ese juicio debe calibrarse explícitamente en función de lo que Pekín está dispuesto a hacer a cambio. Las exigencias obvias son que China utilice más de su creciente capacidad de producción de vehículos eléctricos y reduzca su complicidad en la flagrante violación por parte de Rusia de la soberanía de Ucrania.

Esa formulación de políticas conjunta sólo es posible si la política exterior y la política económica e industrial interna se conciben como una sola. En pocas palabras, eso significa que Kaja Kallas (la nueva funcionaria de política exterior de la UE) debe participar en las decisiones sobre la tributación de los vehículos corporativos, y la toma de decisiones sobre los mercados de capitales y la unión bancaria de la UE debe mantener informados a los ministros de Asuntos Exteriores.

La estructura de la UE desalienta eso. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha intentado superarlo mediante una política extrema. centralización de la toma de decisionespero eso es políticamente insostenible fuera de las crisis más agudas. La composición de su nueva comisión sugiere un intento bienvenido de institucionalizar un pensamiento conjunto.

Pero eso deja a los líderes nacionales, que en última instancia tienen el mayor poder en la UE. Para hacer realidad una política económica exterior de la UE se necesitan suficientes líderes nacionales que elaboren conjuntamente una política económica teniendo en mente objetivos estratégicos colectivos. Europa se hará fuerte en las capitales nacionales o no lo será en absoluto.

martin.sandbu@ft.com

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