Por qué tener una marca fuerte no es un lujo, sino una necesidad

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¿Quién inventó la bombilla? Seguramente dirás que Thomas Edison. Sin embargo, lo que quizá no sepas es que Edison no inventó la bombilla, sino Joseph Wilson Swan y Henry Woodward.

Lo que Edison hizo realmente bien fue comercializar la invenciónPero, ¿por qué siempre pensamos primero en Thomas Edison? Por supuesto, fue un inventor prolífico, pero lo más importante es que creó una marca reconocible y resonante.

Edison ponía su nombre, su rostro y su firma en todo lo que hacía. Construyó una enorme maquinaria publicitaria a sus espaldas. Forjó estrechas relaciones personales con periodistas en quienes se podía confiar para que escribieran textos elogiosos (pero no siempre estrictamente precisos). Era un autopromocionista incansable. Usó múltiples demostraciones públicas para destacar y promover sus tecnologías.

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Edison no se limitó a hacer mucho marketing, sino que construyó una marca que pudiera aprovechar. Por ejemplo, su laboratorio principal, Menlo Park, era famoso por generar más de 400 patentes en sólo seis años. Pero Edison trabajó con un equipo de unos 14 ingenieros, maquinistas y físicos que rara vez, o nunca, fueron mencionados, construyendo y amplificando la narrativa de Edison como un “inventor único”. Sólo aquellos inventores que dejaron el laboratorio y se independizaron (es decir, Nikola Tesla) tuvieron la oportunidad de ganar. reconocimiento más amplioMientras se posicionaba de esta manera, Edison pasaba más de la mitad de su tiempo tratando con clientes e inversores y hablando con la prensa.

Edison también sabía qué historias y frases ingeniosas resonarían en el público. Es conocido por decir: “No he fracasado 10.000 veces, he encontrado con éxito 10.000 formas que no funcionan”. Pero según sus registros, fracasó 2.774 veces. Todos conocemos la cita de las 10.000 veces y no hay duda de que no sería lo mismo si hubiera dicho 2.774.

O tomemos como ejemplo a alguien que se acerca un poco más a la actualidad: Steve Jobs. Cuando se lanzó el primer iPod en 2001, parte de su atractivo residía en el diseño. Antes del iPod, los reproductores de MP3 eran toscos y poco intuitivos; el iPod, en cambio, era fácil de usar y tenía un aspecto elegante y moderno. El primer iPod se convirtió instantáneamente en un icono e influyó en el aspecto y el funcionamiento de todos los productos de Apple.

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Jobs también desarrolló una identidad visual única para sí mismo: sus icónicos jeans y su uniforme negro de cuello alto. Esta singularidad se trasladó a sus presentaciones, donde las hizo únicas y extraordinarias a través de su narrativa simple y convincente. Esto lo ayudó a destacar como líder y comunicador, en contraste con sus competidores en Microsoft. Su destreza con la marca continúa hasta el día de hoy y ha creado un aura alrededor de la empresa y de él mismo.

Aunque Apple es alabada por su constante innovación y por romper moldes, la empresa tropezó de un error a otro durante muchos años. Por ejemplo, el Macintosh fue una genialidad de marketing, pero un fracaso comercial importante. La empresa ha tenido que lidiar con el método de ensayo y error a lo largo de su existencia, aunque mucha gente solo reconoce los éxitos. El propio Jobs era conocido por decir no a más ideas que sí.

De hecho, Jobs empezó a llevar a sus 100 personas más importantes a un retiro. Se paraba frente a una pizarra y preguntaba: “¿Cuáles son las 10 cosas que deberíamos hacer a continuación?”. La gente se peleaba por incluir sus sugerencias en la lista. Jobs las escribía y luego tachaba las que consideraba tontas. Después de mucho debate, el grupo elaboraba una lista de 10. Luego Jobs tachaba las siete últimas y anunciaba: “Sólo podemos hacer tres”.

Jobs tampoco subestimó nunca el poder de la visión para hacer avanzar una marca. En 1976, Steve Wozniak quedó cautivado por la visión de Jobs de “poner un ordenador en manos de la gente común”. Wozniak era el genio de la ingeniería que estaba detrás del Apple I y el Apple II, pero fue la visión de Jobs la que lo inspiró a centrar sus habilidades en la construcción de un ordenador para las masas. La visión de Jobs era embriagadora porque tenía cuatro componentes que comparten todas las visiones inspiradoras: era 1) audaz, 2) específica, 3) concisa y 4) comunicada de manera coherente.

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La conclusión es que, si bien queremos creer que una invención asombrosa o Solución innovadora Se venderá solo, pero no es así. Construir una marca y una identidad de manera intencional y darle forma a una narrativa brinda la mejor oportunidad de tener éxito. Esto no significa simplemente promocionar su producto o su empresa, sino crear una marca en torno a ellos que sea atractiva, única, interesante y diferente.

¿Qué importancia tienen, después de todo, las marcas de Larry Page y Sergey Brin para nuestra percepción de Google? Aunque hoy en día muchas empresas están recortando sus inversiones en marketing y desarrollo de marca, resulta curioso que las empresas que admiramos no se hayan construido simplemente con nuevos productos, sino que hayan alcanzado su nivel de éxito invirtiendo en una gran marca y diseñándola. Edison lo sabía, incluso hace 100 años.

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