Mientras veo y escucho comentarios sobre las elecciones de 2024, me sorprende constantemente la falta de conocimientos económicos básicos por parte de tantos estadounidenses.
Tomemos como ejemplo los precios de la gasolina. El simple hecho es que los presidentes estadounidenses casi no tienen control sobre los precios en el surtidor. La idea de que la construcción del oleoducto Keystone o el aumento de la producción nacional reducirían los precios de la gasolina no tiene sentido. De hecho, Estados Unidos está produciendo más ahora que en cualquier otro momento de la historia. Los precios de la gasolina eran bajos al final de la administración Trump (pero no al principio) porque el COVID suprimió la demanda, no por nada de lo que hiciera el presidente Trump.
Y tomemos la inflación. Se trata de un fenómeno global causado en gran parte por la demanda de bienes y servicios al final de la epidemia de COVID. Estados Unidos lo ha controlado más que cualquier otra nación avanzada. Una vez más, hace cinco años era bajo porque el COVID suprimió la demanda, no por nada que hiciera el expresidente Trump.
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La falta de comprensión de la economía por parte de tantos estadounidenses es un reflejo del hecho de que dependen de fuentes de información hiperpartidistas y propagandísticas. La democracia requiere votantes informados, pero a ellos les corresponde estar informados sobre cómo funciona realmente la economía.
