Cada 21 de junio, desde hace más de 10 años, Claudine Doury viaja desde San Petersburgo a Maloyaroslavets en Rusia, a la isla del lago Ives en Bielorrusia, a Kaunas, a Vilnius y a la campiña polaca y letona, para presenciar el solsticio de verano y dar testimonio de este momento tan especial para los pueblos del Norte. Llamada Kupala por los eslavos, Kupalès por los bálticos, la noche del solsticio es una celebración tradicional que tiene sus raíces en las fiestas paganas estrechamente vinculadas a las fuerzas de la naturaleza y al culto del sol.
