Cómo las marcas pueden hacerlo bien

En la narrativa que se desarrolla sobre los errores culturales de la publicidad, el anuncio reciente de Heinz La controversia sirve como un conmovedor recordatorio de las sombras proyectadas por la historia. Estos anuncios resuenan con el trasfondo de los carteles de propaganda utilizados para deshumanizar y caracterizar erróneamente. Son reliquias de una época en la que las imágenes eran manipuladas para tejer narrativas falsas, narrativas que continúan dando forma a las percepciones actuales.

Esta cuestión se extiende mucho más allá de Heinz. El año pasado, Campaña “Lo siento, utensilios” de KFC en Canadá enfrentó críticas similares por su representación de individuos negros comiendo pollo, sus reflejos exagerados en los utensilios no utilizados rayan en la caricatura. Junto con el eslogan de la campaña “para chuparse los dedos”, visto por algunos como una apropiación del inglés vernáculo afroamericano (AAVE), estas elecciones no fueron simples descuidos, sino que se interpretaron como microagresiones que afectan profundamente y recuerdan a los consumidores negros que sus identidades aún están en peligro. sujetos a tergiversaciones descuidadas.

Consideremos las inquietantes imágenes de la propaganda nazi, diseñadas para marginar y vilipendiar, o la grotesca sátira de los afroamericanos durante la era de Jim Crow. Estos no fueron meros descuidos; fueron intentos calculados de distorsionar la realidad y su legado persiste. Pienso en mi reacción visceral en 2019 cuando Gucci lanzó un pasamontañas que recuerda inquietantemente al maquillaje de juglar de cara negra. Fue una bofetada, un claro recordatorio de que incluso las marcas con enormes recursos pueden ser víctimas de estos errores. El anuncio de Heinz, que muestra a un hombre negro con la boca cubierta de ketchup rojo, evoca imágenes similares.

Si bien es posible que estos anuncios no hayan tenido la intención de causar daño, sin darse cuenta hacen eco de tropos visuales de un pasado doloroso utilizado para deshumanizar y marginar a las personas negras.

En el mundo actual, las marcas no pueden permitirse el lujo de ser sordas. No es sólo un imperativo ético, sino estratégico. Estos casos subrayan la necesidad de que las marcas sean más conscientes de los mensajes sutiles que transmiten sus imágenes. Es una oportunidad para que aprendamos y evolucionemos colectivamente, reconociendo que incluso los pasos en falso involuntarios pueden perpetuar estereotipos dañinos.

Para romper este ciclo, las marcas deben adoptar un enfoque multifacético. Esto es lo que las marcas pueden hacer hoy para tener más matices en sus etapas de ideación y planificación.

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