El camino hacia la curación suele ser largo, difícil y humillante. Por eso, puede resultar difícil ver cuánto progreso has logrado realmente. Por eso, aquí tienes 11 señales que muestran que estás sanando mucho más de lo que crees.
- Aún así te sientes provocado. Pero ahora comprendes que la curación no consiste en controlar los factores desencadenantes, sino en regular tus respuestas emocionales y físicas a ellos. Es posible que incluso tengas varias estrategias que puedas emplear, como una meditación de respiración profunda, que te ayuden a volver a un lugar más tranquilo y más arraigado después de que suceda algo perturbador.
- Dudas de ti mismo. Pero no dejas que ese miedo al fracaso dicte lo que haces, al menos ya no. En cambio, te das la oportunidad de hacer las cosas mal, de que te rechacen, de meter la pata. Entiendes que estas no son críticas a tu carácter, sino que en realidad son parte de estar vivo y ser humano.
- Te permites sentir verdaderamente lo que necesitas. Has aprendido que los sentimientos siempre, siempre, siempre Vuelve a subir, sin importar cuánto te esfuerces por ignorarlos y dejarlos de lado. Ahora te das el espacio y la gracia necesarios para sentir, porque sabes que esto es fundamental para seguir adelante y dejar ir.
- No actúas por impulso sino por intención. Al menos mayoría del tiempo.
- Te sientes una persona diferente a la que eras antes. Pero aún sientes calidez y protección por tu yo anterior porque reconoces que tuviste que ser todas esas diferentes iteraciones de ti mismo para poder ser la persona que eres hoy, así como la persona que eres hoy es fundamental para la persona que serás el año que viene.
- Has dejado de evitar conversaciones incómodas. Entiendes que es necesario que se resuelvan. Después de todo, el conflicto no termina las relaciones; el resentimiento sí.
- Tu vida no es como pensabas que sería. Pero no tienes ningún problema con eso. Por ejemplo, tal vez cuando tenías 17 años te imaginabas a ti misma con 25 años prosperando en una gran ciudad, pero en realidad estás viviendo en un apartamento tipo estudio en tu ciudad natal. En lugar de sentir vergüenza, te sientes orgullosa de estar forjando un espacio para ti en el mundo. Aunque no sea necesariamente la vida de tus sueños, sabes que es mejor porque es tu vida real. Además, los sueños siempre requieren que despiertes.
- Has empezado a pedir ayuda cuando la necesitas. Incluso cuando es difícil o te hace sentir incómodo y vulnerable, estás empezando a darte el espacio para tener necesidades y a aceptar que está bien que los demás te ayuden de la misma manera que tú los ayudas.
- Tienes relaciones más saludables. Incluyendo el tuyo propio.
- Aceptas la responsabilidad de tus errores. Los comentarios y las críticas constructivas ya no te ponen a la defensiva. Has crecido demasiado para eso. Ahora, te disculpas cuando cometes un error sin pensar que eres un ser humano totalmente malo por el error. Simplemente aprendes de ello y lo haces mejor.
- Entiendes que las cosas que te han hecho daño no fueron tu culpa. Pero también eres consciente de que el hecho de que no merecieras las cosas dolorosas que te sucedieron no significa que estés exento de curarte de ellas. Buscas activamente tu curación, ya sea a través de la terapia o de tu propia investigación. Te das cuenta de que la curación es el mejor regalo que puedes darte a ti mismo y uno de los trabajos más importantes y de autorrealización que realizarás mientras estés aquí.