Cómo los yuppies cambiaron la cultura para siempre

Eran los años 80, la llamada “década de la avaricia”.

Ronald Reagan estaba en la Casa Blanca y la economía estadounidense estaba en auge. En “Wall Street”, la versión de Hollywood, un personaje llamado Gordon Gekko, interpretado por Michael Douglas, de espalda resbaladiza, proclamó infamemente: “la codicia es buena” y “el dinero nunca duerme”.

En lugar de “un pollo en cada olla”, un eslogan político de los locos años 20, ahora había (en ese ambiente codicioso y mercenario de los oscilantes años 80) un BMW en cada garaje, un Cuisinart en cada cocina de acero inoxidable, un gimnasio en cada gimnasio elegante, un traje a rayas hecho a medida en cada físico esbelto, un Rolex en cada muñeca y restos de un polvo blanco en cada nariz.

Una nueva especie, de entre 20 y 40 años, apareció de la nada y se convirtió en un fenómeno.

Se llamaban Yuppies (jóvenes profesionales urbanos).

Ahora, el escritor y editor Tom McGrath ha vuelto al pasado y ha puesto el movimiento yuppie enterrado durante mucho tiempo bajo un microscopio periodístico en su nuevo libro, “El triunfo de los yuppies: Estados Unidos, los años ochenta y la creación de una nación desigual”.

En su muy legible relato de más de 300 páginas, McGrath se pregunta de dónde vinieron los yuppies, si realmente han desaparecido y “cuánto impacto” tuvieron en “la dirección general del país”.

No pierde el ritmo, incluso señala que la muñeca glamorosa, Barbie, había cambiado, por un instante, su traje de baño por un traje de negocios de Oscar de La Renta, mientras que la actriz y activista de izquierda Jane Fonda había convertido su truco de fitness en un estilo de vida. .

Como descifra McGrath, esta nueva generación de ambiciosos materialistas y con movilidad ascendente estaba en “una carrera acelerada. Una apuesta por el fitness. Sofisticación en la comida”.

Lo que los unía”, escribe, “era la idea de optimizar tu vida: sobresalir, ser lo mejor que puedas, experimentar lo mejor.

“Ciertamente no todos los jóvenes profesionales en todas las ciudades importantes del país encaraban su vida de esa manera, pero para unos pocos, esa era la cultura, el espíritu, que se estaba formando”. Y para muchos, el único recuerdo del movimiento yuppie de hace cuatro décadas es una calcomanía despectiva y un graffiti: “Die Yuppie Scum”.

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