En Hamburgo, un búnker de la época nazi se convierte en un frondoso oasis – SURFACE

Cuando se trata de monumentos brutalistas, pocos superan a Búnker de Hamburgo El coloso de hormigón tiene una historia particularmente desafiante: fue construido por orden de Adolf Hitler después de los ataques aéreos de Berlín a principios de la década de 1940 y estuvo equipado con poderosos cañones antiaéreos. Casi 25.000 personas buscaron refugio en su interior durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial.

En las décadas siguientes, partes de la torre antiaérea se convirtieron en tiendas y estudios de artistas mientras el cercano barrio de St. Pauli se aburguesaba y se convertía en un palacio de fiestas. Y gracias al empresario Thomas Matzen y a un impulso de 67 millones de dólares de la Ciudad de la Hafen proyecto que ayudó a crear la ciudad Filarmónica del Elba La sala de conciertos de Herzog & de Meuron y la sinuosa Torre Marco Polo de Behnisch Architekten, la monstruosa estructura se ha transformado en un “centro hipster.” Su nueva versión incluye restaurantes, instalaciones deportivas, una sala de conciertos, una discoteca, un gimnasio de boxeo y un hotel Hard Rock de cinco pisos, todo ello conectado por un camino frondoso que serpentea por el estoico exterior. Una extensión piramidal de color menta con techos llenos de follaje remata todo el conjunto.

Por supuesto, todo lo que tiene que ver con la era nazi en Alemania suele ser controvertido; el búnker de Hamburgo no fue una excepción. expresó preocupación La renovación, en particular la incorporación de vegetación, puede diluir el peso histórico de la arquitectura. Por ello, en el interior del edificio se reconoce poco de su pasado tenso, más allá de los paneles informativos, pero hay planes para crear un monumento cercano a las víctimas del régimen nazi y a los trabajadores esclavos que construyeron el lugar en tan solo 300 días. Por ahora, los habitantes locales disfrutan de los senderos arbolados y de las vistas desde el jardín al aire libre más alto de la ciudad, que mira hacia la Elbphilharmonie, que tiene la misma filosofía que el edificio, al otro lado del puerto.

Mientras no se destruya el patrimonio, “hay buenas razones para darle un nuevo uso (a los búnkeres y otras estructuras militares)”, explica Andreas Putz, profesor de conservación de edificios en la Universidad Técnica de Múnich. Bloomberg“En Hamburgo existe un interés público en mantener el proyecto y cuidarlo. Y no siempre se puede dar por sentado que esto será así en cada una de estas construcciones”.



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