Al moverse entre espacios y superficies, el cuerpo se encuentra sometido a una enorme presión. Debería considerarse afortunado si no se estrella. Y, sin embargo, no saldrá ileso.
La epidermis debe soportar la caricia abrasiva de la atmósfera, cada molécula es un fantasma inquisitivo que sondea los límites de la carne.
El editorial explora cómo las estructuras celulares, esos bastiones microscópicos que constituyen un cuerpo, tiemblan bajo el asalto constante del espacio.
fotografía JOSUÉ EZEQUIEL
estilo Davide Andréatta
Maquillaje y peinado CARLA FLAMMIA
modelo POLINA