La influencia política de la cultura pop se transforma y se expande

Los fanáticos posan con una imagen de tamaño natural de Taylor Swift en un club que reproduce solo música de Swift en Gotemburgo, Suecia, el martes 30 de abril de 2024. (Chisato Tanaka/AP)


En 1992, un joven Bill Clinton intentó conectar con la Generación X bromeando y tocando el saxo con sentimiento en “The Arsenio Hall Show”. Fue un cambio radical que cambió para siempre la forma en que los candidatos presidenciales cortejan a los votantes más jóvenes.

Hoy en día, no se trata de programas de entrevistas nocturnos, sino de llamar la atención en plataformas de redes sociales como TikTok. La relación entre la cultura pop y la política ha evolucionado con cada generación, al ritmo de los tiempos cambiantes y las nuevas tecnologías.

Es crucial comprender esta evolución y lo que significa para la forma en que las generaciones futuras se involucrarán en la política.

Rock the Vote apareció en escena cuando yo estaba llegando a la mayoría de edad. Esta organización no partidista tenía como objetivo educar a los jóvenes sobre sus derechos y lograr que participaran en la política. Su mensaje caló hondo en una generación que se sentía desilusionada con el sistema. La campaña Clinton-Gore de 1992 aprovechó esta energía y se alineó con figuras famosas como Madonna y Aerosmith.

Aun así, el hip hop mantuvo una relación complicada con los Clinton y otros personajes políticos en sus inicios. Algunos artistas expresaron sutilmente su interés, mientras que otros, como el fallecido Tupac Shakur, ofrecieron comentarios críticos que reflejaban las opiniones encontradas de la comunidad sobre los candidatos y sus políticas.

En 2008, el panorama cambió de nuevo. La campaña de Barack Obama utilizó hábilmente las redes sociales para conectar con los jóvenes votantes. El hip-hop, que por entonces era una fuerza cultural importante, apoyó su candidatura. El apoyo de artistas como Jay-Z, Beyoncé y will.i.am tuvo un peso creíble. El video musical de “Yes We Can”, en el que un elenco repleto de estrellas recitaba el discurso de Obama, se volvió viral y captó la energía de la campaña. A diferencia de los políticos de los años 90, Obama no solo intentaba parecer cool; se abrió camino en la comunidad del hip-hop y demostró que entendía su influencia.

En 2024, la intersección entre la cultura pop y la política ha evolucionado. Si bien la cultura pop sigue siendo indudablemente influyente, su interacción con la política se ha vuelto más matizada y sofisticada.

Artistas como Charli XCX y Taylor Swift encarnan este cambio, ya que utilizan sus plataformas masivas para respaldar a candidatos y hablar sobre temas específicos que resuenan entre sus audiencias. Por ejemplo, la publicación de Swift en las redes sociales sobre la Ley de Igualdad generó mucha más atención y debate que cualquier anuncio político tradicional.

Las personalidades de las redes sociales y los íconos de la cultura pop tienen una influencia considerable en la esfera política, ya que moldean el discurso y ponen de relieve cuestiones importantes. Además, sus esfuerzos reflejan un cambio generacional: los jóvenes se interesan cada vez más por políticas específicas y sus efectos en el mundo real, en lugar de apoyar incondicionalmente a un partido en particular. Es una señal alentadora de una generación más informada, comprometida y políticamente consciente con el potencial de dar forma al futuro de la nación mediante la participación activa y la defensa apasionada de sus intereses.

Así pues, la pregunta para las próximas semanas y ciclos electorales es: ¿Cómo podrán los candidatos conectar de manera significativa con este nuevo electorado de jóvenes ciudadanos cívicos políticamente expertos?

No basta con tener una cuenta de TikTok o conseguir el apoyo de un artista famoso. Los votantes de la próxima generación exigirán respuestas sustanciales sobre los temas que más les importan: el cambio climático, la justicia racial y la desigualdad económica. Esta próxima generación utiliza sus vastas audiencias digitales para exigir responsabilidades a los candidatos, amplificar las voces marginadas y construir movimientos más allá de las líneas partidarias tradicionales.

El futuro de la intersección entre la cultura pop y la política depende de cómo el sistema político y los líderes se adapten a esta realidad en constante cambio. La necesidad de un compromiso sustancial por parte de los líderes políticos es urgente y los ciudadanos deben exigirlo. El empoderamiento del electorado de este ciclo y de los futuros no es solo una señal de cambio, sino una señal de esperanza para un futuro político más inclusivo e informado.

F. Willis Johnson es un pastor metodista unido, autor de “Holding Up Your Corner: Talking About Race in Your Community” y director de programas de Bridge Alliance, que alberga a The Fulcrum.

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