Por qué el mundo necesita una ecología espiritual

“En esencia, incluso nuestra espiritualidad se deriva de la Tierra. El ser humano y la Tierra están totalmente implicados, uno en el otro… Si no hay espiritualidad en la Tierra, entonces no hay espiritualidad en nosotros mismos”.

Thomas Berry, “La espiritualidad de la Tierra”

Nos encontramos en un momento de enorme crisis en el que todas las instituciones importantes (políticas, económicas, educativas y religiosas) parecen desmoronarse ante nuestros ojos. Este momento se describe como una policrisis de desafíos sociales y ambientales, incluidas guerras que nos arrastran cada vez más hacia callejones sin salida del militarismo y el imperio. Buscamos formas de salir de un pantano de problemas que parece insuperable. Nos sentimos a oscuras porque hemos perdido nuestro camino, nuestras conexiones, nuestro punto de apoyo. La ecoansiedad nos envuelve; el dolor climático nos envuelve. Todo lo que queremos hacer es apagar el aluvión de noticias terribles.

¿Puede este diluvio de oscuridad abrirse paso hacia la luz? La ecología espiritual puede devolvernos a la alineación con la vida, los sistemas vivos y el poder sanador de la relacionalidad.

Si queremos poner fin a la era del hiperindividualismo, necesitaremos nuevas formas de reformar, remodelar y reinventar la comunidad. La ecología espiritual es parte de esta recreación del ser y la pertenencia en un mundo que se está desmoronando. Implica procesos de reconocimiento de nuestra encarnación en la materia a través del proceso de evolución a través del tiempo profundo, nuestra resonancia con parientes a través de las especies y nuestra reinserción del asombro en nuestro ser mente-cuerpo. ¿Esto altera o restablece nuestro sentido de lugar y propósito? Esperemos que así sea. De lo contrario, corremos el riesgo de caer en una caída constante en la falta de sentido y el aburrimiento.

Podemos liberarnos del ciclo interminable de consumo que alimenta nuestras almas hasta que el vacío las devora. ¿Podemos alejarnos de este ciclo? ¿Podemos dejar de dejarnos seducir por el brillo de lo nuevo, lo genial, lo que aún no hemos descubierto?

La ecología espiritual y el naturalismo religioso pueden desenredarnos del materialismo consumista y volver a tejernos en la materia creativa de vibrantes procesos evolutivos. Pueden reavivar una resonancia relacional con nuestros semejantes, tanto humanos como no humanos. Pueden despertar de nuevo un asombro primordial ante sistemas vivos complejos, infundidos con sensibilidad.



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