Ten's To See: Exposición del premio fotográfico Palm* en la galería 10 14

¡Felicitaciones por tu mención especial! ¿Qué sientes al ver que tu trabajo es reconocido por creadores de tendencias como Alastair McKimm y Emma Bowkett?

Para mí fue un verdadero honor ser juzgada por estos grandes creadores de tendencias. Hago fotografías por necesidad propia, porque amo profundamente la vida, perderme en ella, observarla y contarla. Ya me satisface la idea de hacer algo que me haga feliz y que me permita conectar de una manera tan fuerte y auténtica conmigo misma y con el mundo. Los contextos fotográficos también deben tener como objetivo compararte directamente con expertos y profesionales del sector, hacerte darte cuenta de que lo que cuentas y sobre todo cómo lo cuentas, tiene su valor incluso fuera de ti. Cuando este valor se reconoce de esta manera, es realmente emocionante.

¿Cuál es la historia detrás de tu entrada?

Llevo varios años contando historias sobre Palermo. Es la ciudad que me permitió empezar a tomar fotografías. Me siento profundamente conectada con Palermo y me encanta encontrar las historias escondidas en sus calles. Con esta historia quería centrarme en un aspecto que siempre he sentido y experimentado de primera mano en Palermo: el profundo vínculo que se puede sentir entre esta ciudad y las mujeres. La imagen que fue premiada por los jueces de Palm Studios es de hecho parte de una historia sobre un grupo de niñas que crecen en Danisinni, un barrio complejo de Palermo, Sicilia. Es una historia sobre la libertad, sobre el renacimiento de un lugar, sobre Palermo y su poder femenino. Danisinni, un barrio de origen árabe, se levanta sobre una depresión natural, ya que una vez fue el lecho del Papireto, uno de los ríos que atravesaba Palermo. Principalmente por la morfología del terreno, Danisinni con el tiempo se ha mantenido aislado del resto de la ciudad, casi suspendido entre el verde de sus campos y el centro histórico de Palermo. Su aislamiento es anómalo dado que el barrio está a poca distancia de la catedral y del centro histórico de la ciudad. Es un lugar que desde hace tiempo intenta recuperar su fuerte identidad. Varias fuerzas han decidido sembrar semillas aquí en los últimos años, empezando por el hermano Mauro (un fraile capuchino), que trabaja duro día a día, poniendo el foco en los recursos del barrio, la belleza, los niños y jóvenes, y el arte en todas sus formas.

Las mujeres suelen ser el centro de tus imágenes: ¿por qué es importante para ti centrar a las mujeres en el centro de tu trabajo?

Quería hablar, sobre todo, de estas chicas que resisten, que crecen como flores silvestres, que esparcen su luz, que llenan el barrio con sus voces, que sacan su fuerza ancestral de alguna energía desconocida que Palermo esconde en su interior. Y esa fuerza se puede leer en sus miradas, en sus gestos, en el aura que las envuelve. Quería contar los días que pasan, nunca iguales pero siempre en las mismas calles, la complicidad, sus códigos y su pureza, las emociones disruptivas, llenas de luz, que nos recuerdan que la vida, en su esencia, no es otra cosa que esto.

Creo que siempre me he sentido atraída, incluso inconscientemente, por acercarme al universo femenino, porque lo vivo, lo conozco, porque mi historia es la de una mujer, como las que cuento. Llevo unos 14 años contando la historia de todas las mujeres de mi familia en Sicilia (desde la más joven hasta la mayor) y, por tanto, si me pongo a pensar, empecé justo por las paredes de mi casa. La historia se llama “Mujeres, una historia siciliana”. Y mientras empecé a contar los interiores sicilianos de mi casa y “mis mujeres”, al mismo tiempo empecé a explorar las calles de Palermo y del sur de Italia.

De manera completamente natural, me cautivaron las historias de las mujeres, sus miradas, sus contradicciones, su capacidad de resistir, de derribar, de revolucionar, de proteger, de reparar. Las mujeres, sobre todo aquí en el Sur, tienen algo misterioso que las rodea, llevan consigo secretos primordiales. Saben vivir, saben sobrevivir y saben renacer. Tienen una fuerza que no se puede explicar, está ahí por alguna razón y ellas son sus portadoras. Me atrae esa energía vital que, como un manto invisible, lo cubre todo. Imagino a Palermo como una mujer de grandes ojos oscuros, con el pelo mal atado, que le grita a alguien con rabia por alguna razón y luego inmediatamente se da vuelta mirándote y sonriendo sin parar.

¿Qué te impulsa a tomar fotografías?

Mi fotografía está impulsada por una profunda necesidad de conocimiento, por una curiosidad desenfrenada por la vida. Me encanta observarla en silencio. El aspecto antropológico es inherente a mi constante investigación fotográfica. Hacer fotografías es una necesidad profunda mía, me calma o me conmueve brutalmente, me emociona o me conmueve profundamente. La fotografía me permite “acercarme”, me permite comprender el mundo y al mismo tiempo a mí mismo, sin reservas, sin juicios, con profundo respeto y amor. Me interesan las escenas callejeras puras llenas de esencia, los retratos extrapolados de la vida tal como fluye, así como las historias más íntimas y de largo plazo en las que entro de puntillas. Me interesan las relaciones humanas. Me fascinan las grietas, las imperfecciones. Creo que por ahí entra la luz más intensa. Me interesa la humanidad, las contradicciones, la belleza donde parece que no la hay, la poesía inherente a la vida misma, en los momentos impactantes como en aquellos en los que no sucede nada. Las calles deslumbradas por el sol, los interiores cálidos, los cigarrillos interminables consumidos lentamente, las madonas que vienen del mar, las escenas surrealistas, las mujeres indescifrables y hechizantes, el caos, la suspensión de los suburbios. Me interesa el Sur que despliega la vida auténtica, fascinante, mística, a veces rota, otras veces curada, pero siempre sincera.

¿Cómo ha influido tu herencia siciliana en tu fotografía?

Mi fotografía está indisolublemente ligada a Sicilia y a mi ser siciliano. Me gustaría que en cada imagen se percibieran las vibraciones del Sur y de mi Sicilia. Las atmósferas del Mediterráneo forman parte de mi herencia, de mi imaginación, de mi visión. La realidad siciliana está impregnada de contradicciones, de pasión, de suspensión, de energía. Desde que empecé a hacer fotografías he intentado hacerlo libremente y sin superestructuras, intentando encontrar mi punto de vista y mi lenguaje, persiguiéndolo, dejándome llevar por mi instinto, por mi visión pura y personal. Pero más que nada, en cada imagen intento transmitir la fuerza que percibo en mi tierra, que me atraviesa y que intento devolver en los fragmentos de vida que recojo.

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