Volteando tortillas con palillos, familias asiático-latinas celebran su doble cultura

Las huellas de las culturas mexicana y china son evidentes en cada rincón de la casa de la familia Salinas en California.

En el salón, libros de historia china, cuadros y muñecos comparten espacio con fotografías familiares y diplomas escolares. La familia llama a esta zona la “sala china”, dice Jesse, un mexicano-estadounidense de primera generación, y aquí es donde su esposa Lisa, una chino-estadounidense de quinta generación, entretiene a su nieto menor con perros de juguete.

A unos metros de distancia, en la “sala mexicana”, una fotografía del líder de derechos civiles César Chávez cuelga orgullosamente de la pared, mientras que una estantería exhibe ejemplares de la novela española. Don Quixote. Aquí, los hijos adultos de los Salina, Felicia y Esteban, recuerdan su infancia.

Los dos hermanos pasaron la Nochebuena preparando tamales y el día de Navidad disfrutando del dim sum. Aprendieron español fluido de sus padres y en un programa bilingüe. También pasaron los viernes por la tarde en la escuela china.

Esteban se hacía llamar “ChiMex”. Felicia dominaba cómo voltear tortillas con palillos.

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