Cómo la economía del conocimiento y la ciencia impulsan la revolución socialista cubana

Fuente de la fotografía: Andersont David Aparicio Mendoza – CC BY 3.0

Cuba y la ciencia cubana ganaron reconocimiento mundial por producir sus propias vacunas muy efectivas contra la Covid-19. El logro se destacó entre las naciones del Sur Global. La hazaña refleja el desarrollo en Cuba durante décadas de un formidable estamento científico dedicado al desarrollo y comercialización de productos biológicos orientados principalmente a la atención de la salud, y también a la producción de alimentos.

Los procesos de planificación y elaboración de estrategias implicados fueron únicos, como también lo fueron las formas organizativas resultantes. Estas características especiales se relacionan directamente con la versión cubana del socialismo.

En un discurso pronunciado el 15 de enero de 1960, un año después de que la Revolución llegara al poder, Fidel Castro señaló que “el futuro de Cuba será necesariamente un futuro de hombres (sic) de la ciencia”. El panorama cambiaría drásticamente.

El Academia de Ciencias de Cuba En 1962 se reactivó el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (1965), el Centro de Investigaciones Biológicas (1982), el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (1986) con sus 38 instituciones científicas, el Centro de Inmunoensayo (1987), el Instituto Finlay de fabricación de vacunas (1991), el Centro Nacional de Biopreparados (1992) y el Instituto de Investigación de la Salud (1993). el Centro de Inmunología Molecular (1994).

El “Polo Científico”, formado en la década de 1980 en el Oeste de La Habana, ahora incluye a más de 40centros de investigación que emplean a 30.000 trabajadores. Establecido en 2012 para facilitar la comercialización, BioCubaFarma Exporta unos 164 productos desde 65 centros y opera 19 unidades en el exterior, como empresas mixtas o entidades de propiedad cubana.

El Dr. Agustín Lage-Dávila, director desde hace mucho tiempo del Centro de Inmunología Molecular, habla de “instituciones de ciclo completo” que realizan investigación, desarrollo de productos, comercialización y exportación, todo bajo una sola gestión. Los ingresos por exportaciones se destinan a financiar las actividades de cada institución y contribuyen al presupuesto nacional.

Entre los productos exportados se encuentran vacunas contra la meningitis B, la hepatitis B, la influenza Haemophilus tipo B, la Covid-19, el cáncer de pulmón (CIMAvax-EGF) y muchos otros agentes infecciosos. Otros productos son: interferones, eritropoyetina, estreptoquinasa, Heberprot-P (utilizado para tratar las úlceras del pie diabético), kits de pruebas de diagnóstico y seis modalidades de tratamiento sin vacunas para Covid-19.

El libro de Lage sobre los orígenes, el desarrollo y el mantenimiento de la inmensa red biocientífica de Cuba se publicó en Cuba en 2013 y nuevamente en 2016. Monthly Review Press publicó recientemente un versión traducida de la segunda edición del libro titulado La economía del conocimiento y el socialismo – Ciencia y Sociedad en Cuba. Los distintos capítulos representan artículos que Lage, inmunólogo, bioquímico y experto en cáncer, había escrito para revistas cubanas. Un capítulo adicional consiste en las respuestas de Lage a las preguntas suscitadas por la primera edición del libro. La claridad y legibilidad de la traducción al inglés del libro es un punto a favor.

El libro rebosa de información, opiniones, análisis, referencias históricas y optimismo, equilibrados por un amplio reconocimiento de los grandes problemas. Lage explica que, después de la Revolución, Cuba se embarcó de inmediato en el desarrollo de las capacidades humanas y en el inicio de avances sociales. No hubo que esperar a que hubiera fondos disponibles, como es la práctica de la mayoría de las naciones.

Como resultado, se crearon las condiciones para la construcción de lo que Lage llama una economía del conocimiento, caracterizada por la exportación de productos científicos, que reemplazarían a los recursos naturales y la base industrial de los que carece Cuba. Lage señala que los productos biológicos tienen que ser nuevos y novedosos para poder venderse.

Las industrias biotecnológicas cubanas funcionan “sin fragmentación estéril… (y) dentro de fronteras interinstitucionales… (El) conocimiento se captura y se incorpora a activos negociables”. La cooperación, según Lage, funciona mejor que la competencia. La eliminación de las fronteras institucionales promueve la integración del conocimiento. El sistema favorece la autonomía por sobre la toma de decisiones centralizada; se caracteriza por una toma de decisiones “en capas”, “polinización cruzada” y un sentido compartido de responsabilidad.

El contraste con los modos capitalistas de producción biotecnológica es sorprendente, sugiere. Allí, la financiación se basa en el capital de riesgo. Los productos y su valor terminan en manos privadas a través de patentes, protección de la propiedad intelectual y barreras regulatorias. La planificación es a corto plazo. La creación científica está divorciada de la propiedad de los resultados.

Lage vuelve repetidamente sobre la necesidad de superar una contradicción señalada por Karl Marx, la del carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación tanto del valor del producto como de los medios de producción. Se refiere a la “apropiación privada de la ciencia y el conocimiento acumulados” y a la apropiación de personas en forma de fuga de cerebros.

Como país socialista, Cuba defiende la propiedad social de los medios de producción y del valor acumulado de los productos. El socialismo es un requisito previo, sugiere, para que la ciencia impulse la economía de una nación.

Lage destaca el aporte de la cultura cubana y de las nociones de soberanía al fortalecimiento del proyecto. La cultura se manifiesta en valores éticos, motivación, solidaridad e inclinación hacia la unidad. Existe un “vínculo indisoluble entre soberanía y socialismo” a través del cual “nuestras tareas cotidianas son parte de una tarea histórica más grande”.

Agrega que “nos acercamos cada día más a la economía del conocimiento… (y) al ideal martiano de ‘justicia integral’ a través de cada programa social que implementamos con éxito… Así construimos no sólo el bienestar espiritual y material de nuestro pueblo sino también la defensa de la soberanía nacional”.

Lage analiza la economía del conocimiento tal como se manifiesta a nivel local, específicamente en Yaguajay, cerca de Sancti Spíritus, el municipio que representa en la Asamblea Nacional de Cuba. Cita una “estrategia municipal de desarrollo socioeconómico” que, al incorporar a las universidades y centros de investigación cercanos a la “gestión del conocimiento”, ha llevado a “cambios cualitativos” en la atención de la salud, el desarrollo del turismo, la informática, la promoción de la vivienda y la agricultura.

Las “palancas del socialismo” son útiles, en particular: la masiva inversión estatal en la creación de capital humano, la integración entre instituciones, los vínculos con los programas sociales, las exportaciones vinculadas a los acuerdos internacionales de Cuba y a los programas de solidaridad, la capacidad de innovar en la gestión de las instituciones y la “motivación política y social” de los trabajadores.

Reconoce los riesgos. El tiempo es uno de ellos: “construir una economía del conocimiento… es tarea de hoy, no de mañana”. Los países ricos utilizan “sus ventajas económicas acumuladas… para ampliarlas y erigir nuevas barreras al desarrollo en los países pobres”. Cita los daños residuales del Período Especial, los viejos hábitos de “gestión empresarial centralizada”, la fuga de cerebros y las presiones ejercidas “por el imperio más poderoso que haya existido jamás”.

En cuanto a la agresión norteamericana: “Ellos conocen… el potencial del socialismo. Un país que haga crecer su riqueza material con base en la educación y la riqueza espiritual de su pueblo y en la equidad que deriva de la propiedad social de los medios de producción y la justicia distributiva sería una evidencia demasiado clara de que las soluciones a los problemas que enfrenta hoy la humanidad no están en el camino del capitalismo ni en la subordinación a los intereses de los países capitalistas desarrollados. Por eso necesitan demostrar que nuestro sistema ‘no funciona’, de ahí el bloqueo”.

Una nota de advertencia: un informe En un artículo de la Facultad de Derecho de Columbia publicado en 2021, ocho años después de la primera publicación del libro de Lage, se citan estadísticas cubanas que muestran “una caída de casi el 40% en las exportaciones de productos químicos y productos relacionados entre 2015 y 2019… (Y) los productos medicinales y farmacéuticos representan alrededor del 90% de las exportaciones totales de productos químicos”. Parece que los ingresos derivados de las exportaciones de biotecnología están disminuyendo.

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