Incluso las empresas pequeñas y medianas pueden volverse más sostenibles si encuentran otras empresas que necesiten sus residuos. Aprovechar esas oportunidades (y formar parte de la economía circular) implica cuatro pasos: hacer un balance de su flujo de materiales, buscar oportunidades de colaboración, aprovechar los mercados digitales y tratar la economía circular como un programa de cambio importante.

En el Londres del siglo XIX, el río Támesis estaba muy contaminado. Los contaminantes incluían aguas residuales no tratadas, que causaron brotes de cólera y tifoidea que cobraron miles de vidas, y alquitrán de hulla. El fuerte olor de las aguas residuales durante el “Gran Hedor de 1858” llevó a la construcción de un sistema de alcantarillado que todavía está en uso. En cuanto al alquitrán de hulla, el descubrimiento de que podía destilarse para formar los componentes básicos de los tintes sintéticos hizo que las empresas dejaran de arrojarlo al río y, en cambio, lo reutilizaran para convertirlo en valiosos compuestos de tintes.

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