El desafío de un mundo geopolíticamente más turbulento llega en un momento en que el modelo económico de Europa muestra signos de estrés. El crecimiento del PIB ha quedado rezagado respecto del de Estados Unidos desde la crisis de la deuda europea de 2010. Dentro de la UE, la fragmentación de los mercados según líneas nacionales, la falta de un sistema financiero que funcione bien, políticas macroeconómicas inadecuadas y una industria de alta tecnología subdesarrollada han dado lugar a un crecimiento mediocre. En el plano externo, la disociación de los suministros energéticos rusos y las perspectivas inciertas para el comercio con China también pesan sobre la economía europea altamente globalizada. El modelo económico de China, con sus elevados subsidios a la industria manufacturera (que luego exporta su creciente exceso de capacidad al exterior), representa un desafío particular para muchas economías europeas, especialmente aquellas, como la alemana, que compiten con China en las mismas industrias.

El desafío de un mundo geopolíticamente más turbulento llega en un momento en que el modelo económico de Europa muestra signos de estrés. El crecimiento del PIB ha quedado rezagado respecto del de Estados Unidos desde la crisis de la deuda europea de 2010. Dentro de la UE, la fragmentación de los mercados según líneas nacionales, la falta de un sistema financiero que funcione bien, políticas macroeconómicas inadecuadas y una industria de alta tecnología subdesarrollada han dado lugar a un crecimiento mediocre. En el plano externo, la disociación de los suministros energéticos rusos y las perspectivas inciertas para el comercio con China también pesan sobre la economía europea altamente globalizada. El modelo económico de China, con sus elevados subsidios a la industria manufacturera (que luego exporta su creciente exceso de capacidad al exterior), representa un desafío particular para muchas economías europeas, especialmente aquellas, como la alemana, que compiten con China en las mismas industrias.

Un presidente más partidario de Estados Unidos en la Casa Blanca y una postura más agresiva de China en su intento de dominar a Taiwán socavarían aún más la estabilidad del comercio mundial y afectarían duramente a Europa. Dicho esto, a pesar de todo lo que se habla de reducción de riesgos económicos, el comercio de Estados Unidos y Europa con China sigue siendo sólido. Los datos no muestran una disociación, pero aun así documentan los beneficios del comercio.

Para Europa, el cambio hacia unas relaciones económicas más antagónicas y orientadas a la seguridad no será fácil, sobre todo porque la Unión Europea no tiene tradición de incorporar la estrategia de seguridad a la política económica. La evaluación de los riesgos de seguridad sigue siendo competencia de los gobiernos nacionales, con opiniones divergentes sobre lo que constituye ese riesgo, mientras que la política económica está en gran medida a cargo de la UE.

A pesar de estas probabilidades, Europa ha logrado algunos avances en la preparación para una nueva era de conflicto geopolítico y una mayor utilización de la interdependencia económica como arma, incluida la creación de programas para construir semiconductores avanzados, promover la extracción nacional de minerales críticos y promover cadenas de suministro verdes. Aún así, el trabajo de diversificar las relaciones comerciales, incluso fuera de China, avanza demasiado lentamente. Con demasiada frecuencia, los intereses creados en los Estados miembros bloquean políticas críticas. Una de esas víctimas es el acuerdo comercial propuesto con la unión aduanera sudamericana Mercosur, que ayudaría enormemente a la UE a diversificar el comercio pero que ha sido frustrado por la oposición de los agricultores franceses y otros.

Europa necesita abordar sus vulnerabilidades con tres agendas políticas principales. En primer lugar, debe centrarse en el crecimiento. Impulsar los mercados de capitales en toda la UE y otras formas de asegurar financiación para el crecimiento será crucial para que Europa se ponga al día en tecnología y proyecte poder económico. En segundo lugar, el bloque necesita abordar las vulnerabilidades en su infraestructura y servicios digitales. La computación en la nube, en particular, depende en gran medida de las empresas estadounidenses, lo que constituye una vulnerabilidad importante si un nuevo presidente estadounidense intensifica el conflicto sobre las normas de privacidad de datos. Por último, y quizás de manera más existencial, Europa necesita fortalecer su industria de defensa y mejorar la eficiencia de las adquisiciones militares. Hay una grave escasez de armas y municiones, y la producción aún no ha alcanzado los niveles necesarios después de más de dos años de guerra en Ucrania. Un importante impulso de la UE para impulsar la industria de defensa no sólo ayudaría a hacer a Europa más segura sino también a hacer avanzar la tecnología europea.

Europa seguirá dependiendo de Estados Unidos en materia de seguridad y liderazgo estratégico durante algún tiempo, pero la UE tendrá que marcar su propio rumbo en lugar de copiar una agenda proteccionista estadounidense que sólo perjudicará a sus ciudadanos. En lugar de abandonar el rentable mercado chino, necesita incentivar a las empresas para que organicen sus negocios de manera tal que puedan resistir posibles perturbaciones de origen geopolítico. Los aranceles son parte de la caja de herramientas y deberían basarse en la propia evaluación de la UE de los daños causados ​​por los subsidios. Más importante aún, Europa necesita romper tabúes sobre la financiación de la deuda para impulsar industrias estratégicas y priorizar el crecimiento, manteniendo al mismo tiempo su modelo social. Por último, necesita asociarse con países que comparten su interés en mantener la apertura comercial global y, al mismo tiempo, mejorar su capacidad de proyectar poder para proteger el comercio y el orden internacional basado en reglas.

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