De vuelta a lo básico en una economía enferma

El modelo económico griego todavía se basa principalmente en el alto consumo y menos en las inversiones, que, sin embargo, todavía se centran principalmente en los sectores de transporte y construcción, que requieren mucha mano de obra, baja producción y bajo valor agregado.

Muchas otras oportunidades se han desperdiciado, esta vez gracias al Fondo de Recuperación y Resiliencia, de unos 36.000 millones de euros. Es como si la economía griega estuviera condenada a cambiar sólo en la medida en que le permita seguir estancada en su modelo habitual de mano de obra barata y baja productividad. Se trata de un modelo que se basa principalmente en un alto consumo y menos en las inversiones (de ahí el déficit de inversión), que, sin embargo, siguen centradas sobre todo en los sectores de transporte y construcción, que requieren mucha mano de obra, tienen un bajo nivel de producción y un bajo valor añadido. No mejoran la capacidad productiva, no fortalecen la economía basada en el conocimiento ni mejoran la productividad en los sectores modernos, en los bienes comercializables a nivel internacional.

En definitiva, estamos perdiendo competitividad, las importaciones aumentan desproporcionadamente en comparación con las exportaciones y el déficit comercial crece y crea un agujero negro en la balanza por cuenta corriente, que se amplía en cuanto el producto interno bruto aumenta ligeramente, empujándonos hacia nuevos endeudamientos y déficits fiscales, aumentando el tamaño absoluto de la deuda.

Es necesario romper este círculo vicioso y poner a la economía griega en una nueva trayectoria, porque de lo contrario lo que nos espera es otra crisis y otra bancarrota, similares a las que han plagado la historia moderna de Grecia y han echado por tierra la creencia de que esta vez las cosas serán diferentes. Nunca lo han sido y no lo son ahora.

Estamos perdiendo competitividad, las importaciones aumentan desproporcionadamente respecto a las exportaciones y el déficit comercial crece.

De hecho, dos anuncios recientes lo han demostrado.

Uno de ellos, del Banco de Grecia, muestra el impacto de este modelo económico en el déficit comercial en el período enero-mayo: aumentó un 22,4%, o 2.000 millones de euros, en comparación con el mismo período de cinco meses de 2023, hasta alcanzar los 10.950 millones de euros. La baja productividad, que se traduce en una escasa competitividad de los bienes que producimos, es la causa principal de esta evolución.

El segundo punto se refiere al núcleo del modelo económico griego: las cifras de la base de datos Ergani sobre el empleo confirman que la economía griega se sustenta en gran medida en mano de obra barata y depende de ella. ¿Qué nos dicen los datos? Que más de la mitad de los empleados asalariados del sector privado ganan 800 euros o menos al mes, que siete de cada diez se llevan a casa 950 euros al mes o menos, que sólo uno de cada diez tiene un salario superior a 1.450 euros y sólo el 3,63% gana más de 2.025 euros netos.

Si el objetivo de una economía es crear suficientes puestos de trabajo con salarios decentes, entonces es seguro decir que la economía griega está en muy mal estado. Lo que es peor, está fracasando. En el período 2020-2022 se gastaron alrededor de 60.000 millones de euros durante las crisis de la COVID-19 y la energía, pero ahora estamos debatiendo medidas para obligar a los médicos de la práctica privada a apuntalar el Sistema Nacional de Salud. Mientras tanto, también se han frustrado las esperanzas de que el Fondo de Recuperación y Resiliencia respaldado por la UE, el Marco Estratégico Nacional de Referencia (ESPA) y la nueva Política Agrícola Común (PAC) -que en conjunto suman casi 100.000 millones de euros para gastar en el espacio de solo cuatro o cinco años- desencadenen una reactivación dinámica y coloquen a la economía griega en una senda más prometedora.

Así, tras una gestión bastante favorable a los favores de decenas de miles de millones de euros en el período 2020-2022, los últimos frutos puntuales del árbol monetario europeo se están gastando así como así, sin ninguna programación adecuada e incluso con algún tufillo a corrupción. Y las pocas cosas que están cambiando parecen estar cambiando simplemente para garantizar que los fundamentos sigan siendo los mismos: los fundamentos son el modelo parasitario.



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