Investing.com – Los analistas de BCA Research examinan en una nota una pregunta fundamental: ¿Hará Europa todo lo necesario para reactivar su economía y abordar sus problemas? Sin embargo, los analistas emiten un veredicto cautelosamente pesimista.
A pesar de los llamados a reformas audaces por parte de figuras como Mario Draghi, la región europea parece destinada a seguir decayendo en relación con sus competidores globales, particularmente Estados Unidos, a menos que se logre un cambio radical.
En el centro de los problemas de Europa se encuentra una importante brecha de productividad. Desde la adopción del euro, el continente ha ido quedando constantemente por detrás de Estados Unidos, con un déficit del 47% del PIB per cápita (ajustado por paridad de poder adquisitivo) a partir de 2023.
El problema central es la baja productividad, que representa el 72% de esta brecha, mientras que las contribuciones laborales reducidas representan el 28% restante. Esto se hace eco de las preocupaciones expuestas en el informe de Draghi, que presenta a Europa como demasiado rígida, excesivamente regulada y fragmentada a través de las fronteras nacionales.
Es esta fragmentación, junto con una inversión insuficiente en investigación y desarrollo, lo que deja a Europa rezagada en la frontera económica.
Europa es una unión monetaria sin unión fiscal, lo cual es la raíz de estos problemas.
El euro une a economías que son política y económicamente divergentes, lo que resulta en políticas inconsistentes, mercados ineficientes y bajos niveles de inversión.
BCA Research sigue siendo escéptico sobre la capacidad de Europa para adoptar las reformas de Draghi, como una regulación más simple, una mayor integración del mercado y una política industrial coherente. Temerosas de perder su soberanía, las capitales nacionales dudan en realizar los cambios necesarios.
Si bien la enfermedad de Europa es evidente, es posible que no se sienta obligada a actuar hasta que el dolor sea insoportable.
Una manifestación crítica de esta fragmentación es la disparidad en la inversión entre Europa y Estados Unidos. Tanto en el frente privado como en el público, Europa invierte consistentemente menos, ya sea en infraestructura, innovación o gastos de capital.
En comparación con Estados Unidos, donde los mayores retornos de la inversión alientan un gasto más sólido, Europa va a la zaga. La intensidad de capital del continente, un factor clave de la productividad, está por detrás de la de Estados Unidos, lo que refleja la menor tasa de inversión que caracteriza a las economías europeas.
Como señala BCA Research, esta tendencia es particularmente preocupante cuando se examinan sectores como las telecomunicaciones, donde la fragmentación entre los mercados nacionales impide el surgimiento de economías de escala, lo que disminuye la rentabilidad y asfixia la inversión.
Si bien la región sigue siendo líder en tecnologías verdes, se ha quedado atrás en tecnologías digitales como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la computación cuántica.
Estos son cruciales para mantener la competitividad en el escenario global, pero los mercados fragmentados de Europa y la inversión insuficiente en I+D le impiden ponerse al día.
Según BCA Research, los acuerdos de capital de riesgo en Europa están retrasados en un 80% en comparación con los de EE. UU., lo que subraya la falta de financiación de alto riesgo en el continente para avances tecnológicos y nuevos proyectos comerciales.
Las reformas propuestas por Draghi requerirían que Europa aumente su inversión entre 750.000 y 800.000 millones de euros anuales para 2030, centrándose en la transición energética, las tecnologías digitales, la defensa y la I+D.
Sin embargo, como señala BCA Research, es poco probable que se alcance este objetivo. El panorama político del continente está plagado de resistencia a una integración más profunda.
Prevalecen los intereses nacionales y países como Suecia ya han expresado su oposición a aspectos clave del plan de Draghi, como la emisión de bonos comunes. Incluso Francia y Alemania, las dos economías más grandes de la UE, están paralizadas por la indecisión política, con pocas esperanzas de lograr avances significativos hasta al menos la próxima ronda de elecciones.
La falta de una política fiscal unificada exacerba aún más los desafíos de Europa. El presupuesto de la Comisión Europea es significativamente menor que el del gobierno federal de Estados Unidos, lo que le impide suavizar eficazmente los shocks económicos o dirigir inversiones a gran escala.
A esto se suma la ausencia de una unión del mercado de capitales, que impide que Europa recaude fondos de manera eficiente.
Como resultado, países como Francia, España e Italia pagan primas más altas por sus préstamos que Alemania, lo que lleva a una mayor fragmentación e inestabilidad financiera durante los períodos de crisis. Sin una política fiscal más integrada, el continente sigue siendo vulnerable a estos shocks.
BCA Research advierte que, estructuralmente, las acciones europeas seguirán teniendo un rendimiento inferior al de las acciones estadounidenses. Los problemas de productividad de la eurozona y los mercados fragmentados dificultan que las empresas europeas compitan al mismo nivel que sus homólogas estadounidenses.
Es poco probable que esta tendencia se revierta sin reformas significativas, que parecen políticamente inviables en el corto plazo. Además, las perspectivas económicas a largo plazo de Europa se ven obstaculizadas por la estanflación, una combinación tóxica de débil crecimiento de la productividad y disminución de la fuerza laboral, junto con grandes programas de prestaciones sociales que impulsarán la demanda mucho más allá de lo que el lado de la oferta de la economía puede satisfacer.
Este desajuste alimentará la inflación, que el Banco Central Europeo puede tener dificultades para controlar, lo que provocará crisis financieras más frecuentes y un euro estructuralmente más débil.
Sin embargo, BCA Research ve cierto potencial para Europa a corto y medio plazo. Durante los próximos cinco años, Europa podría vivir un período de desempeño cíclico superior.
Se espera que el gasto de capital global se fortalezca, beneficiando a las acciones europeas, particularmente a medida que las acciones tecnológicas en Estados Unidos enfrentan una posible devaluación en los próximos años. Sin embargo, estas ganancias probablemente serían temporales dentro de una caída estructural más amplia.