La carrera del presidente Luis Arce ha reflejado la trayectoria económica de Bolivia desde el auge hasta la caída.

El presidente de Bolivia, que fue blanco de un intento de golpe de estado el miércoles por la noche, es un izquierdista de 60 años a quien muchos ven como un oponente de las políticas neoliberales y de libre mercado respaldadas por Washington.

Luis Arce, que estudió economía en Londres, fue ministro de Economía durante la presidencia de Evo Morales, cuyo mandato de 2006 a 2019 lo convirtió en un ícono de la izquierda latinoamericana.

Después de que Morales dejó el cargo, Arce asumió la presidencia en noviembre de 2020, tras el breve mandato de Jeanine Añez.

La televisión boliviana mostró a Arce enfrentándose al aparente líder de la rebelión, el comandante general del Ejército, en el pasillo del palacio de gobierno el miércoles por la noche.

“Soy su capitán y le ordeno que retire a sus soldados y no permitiré esta insubordinación”, dijo Arce.

La carrera de Arce ha reflejado la trayectoria económica de Bolivia desde el auge hasta la caída. Trabajó en el Banco Central de 1987 a 2006 y trabajó para Morales administrando una bonanza en los precios de los metales y los hidrocarburos que llegó a conocerse como el “Milagro boliviano”.

Pero cuando Arce asumió el cargo, Bolivia se había visto gravemente afectada por la pandemia de COVID-19 y las tensiones sociales provocadas por la salida de Morales en 2019 tras protestas callejeras y presiones extremas por parte de los militares.

Las reformas neoliberales de la década de 1990 ayudaron a Bolivia a convertirse en un importante productor de energía y pasó de ser una nación de bajos ingresos a una de ingresos medios, según el Banco Mundial. El porcentaje de personas en extrema pobreza cayó al 15%, el estado construyó carreteras y teleféricos y las ciudades crecieron.

Pero los ingresos comenzaron a caer en 2014.

Al asumir la presidencia, Arce describió la recesión de su país como la peor en 40 años.

Recientemente dijo que la producción de gasolina y diésel ya no cubría el consumo nacional, y que el país tuvo que importar el 86% de su diésel y el 56% de su gasolina por falta de exploración y producción.

Los hogares también se han visto obligados a lidiar con los altos precios de los alimentos.

Mientras tanto, las tensiones entre Morales y su partido siguió aumentando.

En noviembre, Arce criticó a sus oponentes y dijo que “soñaban con nuevos golpes de Estado”.



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