La Conferencia sobre la Economía de los Creadores en la Casa Blanca señala el futuro de los medios

La semana pasada tuve el privilegio de ser uno de los 100 asistentes a la Conferencia inaugural sobre la Economía de los Creadores en la Casa Blanca. Incluso si no hubiera ocurrido nada, el mero hecho de que se celebrara esta conferencia es un hito monumental. Pero sí ocurrió mucho, y fue una clara señal de que la Economía de los Creadores ha alcanzado un nivel de influencia tan significativo que casi ha usurpado el papel tradicional de los medios de comunicación tradicionales a los ojos de la administración.

Para quienes hemos sido parte de esta evolución, esto no es ninguna sorpresa. Siempre hemos sabido que los creadores construyen comunidades, reflejan el pulso de la gente real y ejercen un inmenso poder e influencia sobre sus seguidores. Pero ahora, esta verdad ha sido reconocida por los más altos niveles de poder en los EE. UU. y, posiblemente, en el mundo.

La proyección de Goldman Sachs de que la economía mundial de los creadores alcanzará los 250.000 millones de dólares en 2024 y se duplicará en cuatro años fue uno de los muchos indicadores de nuestra enorme influencia. Sin embargo, la señal más reveladora del ascenso de la economía de los creadores fue la atención que le prestaron el presidente Biden y otros líderes importantes. Su presencia habló más fuerte que sus palabras y consolidó lo que muchos de nosotros hemos sentido durante años: el control de los medios tradicionales sobre el discurso público se está aflojando y los creadores están dando un paso adelante para llenar el vacío.

Sin embargo, la economía de los creadores no se trata solo de contenido, sino de comunidad. No se trata solo de un cambio en quién produce los medios, sino de una transformación en cómo se comparte la información y cómo la gente interactúa con ella. Hace tiempo que sostengo que el futuro de los medios no consiste en perseguir vistas, sino en construir y nutrir comunidades. La economía de los creadores está evolucionando fundamentalmente hacia una Economía comunitaria.

En esencia, el valor no está en la cantidad de seguidores, sino en la profundidad de la interacción. Como ya he escrito antes, los superfans (aquellos que están profundamente conectados con una marca o un creador) son quienes generan valor real. Esto quedó en evidencia en las conversaciones de la conferencia, donde el foco no estaba solo en crear contenido, sino en fomentar conexiones auténticas que puedan influir y movilizar a las comunidades.

El reconocimiento por parte de la administración Biden de la economía de los creadores subraya un cambio crucial: la influencia impulsada por la comunidad es el futuro. Al interactuar directamente con los creadores, el gobierno reconoce que el poder real reside en las comunidades, ya sea el club de lectura de Reese Witherspoon que convierte los bestsellers en fenómenos, Fenty Beauty de Rihanna que redefine la inclusión en la industria de la belleza o el enfoque punk-rock de Liquid Death que convierte el agua en una declaración cultural.

Las sesiones de la conferencia reflejaron este sentimiento. Los debates sobre salud mental, inteligencia artificial y seguridad no se centraron solo en las políticas, sino también en comprender el papel que desempeñan las comunidades en la definición de estas cuestiones. Ya se trate de cómo la inteligencia artificial debe reflejar los valores estadounidenses o de cómo los creadores pueden promover la salud mental, el énfasis estuvo puesto en aprovechar el poder de la comunidad para impulsar el cambio.

Como alguien que ha construido su carrera en la intersección de la tecnología y los medios, he visto cómo plataformas como Fireside permiten a los creadores cultivar estas comunidades y convertir la participación en un impacto duradero. El reconocimiento de este cambio por parte de la Casa Blanca es un momento crucial, pero también es un llamado a la acción. Debemos seguir enfocándonos en construir comunidades que reflejen nuestros valores e impulsen conversaciones significativas.

La muerte de los medios tradicionales no es algo para lamentar: es una oportunidad para celebrar el surgimiento de un panorama mediático nuevo y más inclusivo, donde todos tienen voz y los creadores lideran la conversación.

Esta es la nueva frontera y está impulsada por el poder de la comunidad.

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