Los consumidores de menores ingresos, por el contrario, se han visto desproporcionadamente presionados por alquileres, comestibles y otras necesidades más caras, lo que los deja menos capaces de gastar en artículos discrecionales.
Es una tendencia que ha sorprendido a muchos: ¿por qué, a pesar de verse presionados por los altos precios, los estadounidenses han seguido gastando en tiendas minoristas y restaurantes a un ritmo acelerado?