En 2022 y 2023, el impacto combinado de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania generó cuellos de botella y disrupciones en las cadenas de suministro en todo el mundo. Una consecuencia fue una importante acumulación de pedidos de camiones. Por ejemplo, en un artículo de junio de 2022 de la CNBC, el director ejecutivo de Daimler, Martin Daum, afirmó que la “enorme presión” era una de las peores de su carrera en ese momento. Particularmente problemática fue la escasez de energía, metales y semiconductores.
A principios de 2024, la presión finalmente se alivió en todos los ámbitos. Volvo Trucks fue uno de los que anunció que su demanda acumulada se había disipado en gran medida y que las carteras de pedidos se estaban estabilizando. Si bien tanto Daimler como Volvo anticipan una fuerte demanda de vehículos pesados en los EE. UU. por el momento, Europa es una historia diferente. El primero informó una caída del 15% en los pedidos en la región para el primer trimestre de 2024, mientras que el segundo notó una disminución del 24% ya en el cuarto trimestre de 2023.
Pero ¿acaso estos acontecimientos presagian desafíos en el futuro? Aunque se presentan como un “retorno a la normalidad”, existe el peligro de que la reducción de la productividad se combine con nuevos desafíos económicos y de la cadena de suministro y descarrile los planes futuros del mercado mundial de camiones.