Cuando la japonesa Nippon Steel anunció su oferta de 15 mil millones de dólares para adquirir US Steel, fue aclamada como un posible punto de inflexión: una asociación que podría revitalizar al gigante siderúrgico estadounidense y crear una fuerza formidable para desafiar el dominio del mercado global de China. Pero en lugar de ser visto como una victoria estratégica, el acuerdo está atrapado en una discusión política, y las preocupaciones de seguridad nacional se utilizan como grito de guerra.
¿Estas preocupaciones se basan en la realidad o se trata simplemente de un teatro político?
La propuesta de Nippon Steel de fusionarse con US Steel no es sólo una transacción corporativa: es un movimiento estratégico en un juego geopolítico de alto riesgo. China, que produce más de la mitad del acero del mundo, ejerce un importante poder de mercado, lo que deja a los competidores occidentales luchando por mantenerse al día. La fusión representa una oportunidad para fortalecer la producción de acero occidental y construir un contrapeso a la influencia china, a través de avances tecnológicos y la modernización de las plantas siderúrgicas estadounidenses.
Imagine una instalación de US Steel en dificultades equipada con actualizaciones de última generación. Con una inversión de miles de millones, la entidad combinada podría aumentar la productividad, impulsar los empleos manufactureros en Estados Unidos y convertirse en un poderoso competidor global.
Esta asociación es una oportunidad para preparar la industria siderúrgica estadounidense para el futuro, mejorando la seguridad económica interna y al mismo tiempo respaldando la cadena de suministro global, un paso significativo hacia la reducción de la dependencia del bloque occidental de China.
La seguridad nacional se ha convertido en el argumento principal y más emotivo contra la fusión, pero en este caso es una exageración. Japón, lejos de ser un riesgo, es un aliado crucial de Estados Unidos –política, económica y militarmente. Presentar el papel de Japón en la fusión propuesta como una amenaza a la seguridad nacional ignora décadas de asociación confiable e intereses globales compartidos y pasa por alto el bosque por los árboles.
Más bien, este acuerdo fortalece los lazos entre Estados Unidos y Japón. Al invertir en la producción de acero en Estados Unidos, Nippon Steel está contribuyendo a la resiliencia económica estadounidense, apoyando la seguridad de la cadena de suministro y mejorando las capacidades de fabricación occidentales. En lugar de enmarcar esta adquisición como un riesgo, debería verse como una oportunidad para construir un puente sólido que refuerce aún más la alianza entre Japón y Estados Unidos frente a desafíos estratégicos compartidos, particularmente de China.
Sin embargo, el Comité de Inversión Extranjera en Estados Unidos (CFIUS) ha quedado en el centro de este debate. Históricamente, las revisiones del CFIUS se centran estrictamente en transacciones con claras implicaciones para la seguridad nacional, como la protección de la infraestructura de defensa o la tecnología avanzada. Sin embargo, la revisión de la fusión de Nippon Steel se ha enredado con la política electoral, particularmente en estados indecisos como Pensilvania, donde tiene su sede US Steel.
Los líderes políticos, los sindicatos y los intereses de los estados indecisos han intensificado las preocupaciones laborales y la seguridad laboral hasta convertirlas en objeciones de “seguridad nacional”, y los líderes se han comprometido a mantener a US Steel como “propiedad y operación estadounidense”. Si bien los sindicatos tienen preocupaciones legítimas sobre las implicaciones de la fusión para los trabajadores, estas cuestiones deberían abordarse mediante negociaciones, no mediante el rechazo total del acuerdo. Politizar al CFIUS corre el riesgo de socavar su propósito original como organismo neutral y crear un clima inestable para las asociaciones comerciales internacionales.
La fusión propuesta se alinea con el concepto de “friendshoring” –la nueva palabra de moda en la economía internacional–, construyendo cadenas de suministro seguras entre aliados confiables para reducir la dependencia de rivales geopolíticos como India y China. Estados Unidos ha enfatizado la necesidad de trabajar con socios como Japón para fortalecer los lazos económicos y apoyar intereses mutuos. Sin embargo, si Estados Unidos bloquea la fusión, enviará una señal proteccionista que podría dañar este esfuerzo y desalentar futuras inversiones extranjeras de sus aliados.
Al rechazar la oferta de Nippon Steel, Washington corre el riesgo de alentar medidas proteccionistas recíprocas de otros países, perjudicando a las empresas e inversiones estadounidenses en el exterior. El Friendshoring funciona sólo cuando Estados Unidos demuestra voluntad de cooperar en oportunidades económicas mutuamente beneficiosas, y no bloqueando los esfuerzos de inversión de los aliados por motivos dudosos.
Mientras se desarrolla la política, es importante recordar que US Steel está pasando apuros. La oferta de Nippon Steel representa una oportunidad para revitalizar la producción de acero en los Estados Unidos a través de importantes inversiones, mejoras tecnológicas y operaciones modernizadas. Esta fusión tiene como objetivo el crecimiento, la eficiencia y garantizar la estabilidad a largo plazo para la industria. Se alinea con los intereses económicos de Estados Unidos al proteger empleos, mejorar las operaciones de las plantas y apoyar los estándares ambientales y de productividad.
En una era en la que las decisiones económicas estratégicas requieren centrarse en el crecimiento y la estabilidad a largo plazo por encima de los cálculos políticos a corto plazo, la fusión propuesta por Nippon Steel y US Steel no se trata sólo de dólares y control corporativo; se trata de fortalecer las alianzas, reforzar la base manufacturera occidental y crear una ventaja competitiva frente a China.
Rechazar este acuerdo por motivos de seguridad sin fundamento no sólo perjudicaría la reactivación de la industria del acero sino que también socavaría los principios de cooperación económica y confianza que son esenciales para las asociaciones globales. Para asegurar la resiliencia económica de Estados Unidos, la atención debe centrarse en aprovechar las oportunidades que promuevan intereses compartidos y fortalezcan los vínculos con aliados confiables como Japón.
Con las elecciones presidenciales estadounidenses a la vuelta de la esquina, queda por ver cómo afectará el resultado a la decisión sobre esta fusión. Si la vicepresidenta Kamala Harris, como sugieren las encuestas actuales, gana las elecciones, hay esperanzas de que revise el acuerdo y reconsidere la postura del presidente Joe Biden, priorizando las alianzas estratégicas y el pragmatismo económico sobre el sentimiento proteccionista.