El piano de concierto no ha cambiado prácticamente desde hace cientos de años: el sonido resuena en la tapa, que, según el ángulo, también oculta la cara del intérprete. El Ravenchord de Whipsaw Design Lab lo reinventa como un instrumento de “proyección frontal”, con las cuerdas dispuestas sobre un marco de acero en forma de espiral. Los martillos y amortiguadores están alojados en la columna central y se activan mediante solenoides, mientras que las teclas se encuentran en la parte superior y los pedales están ocultos detrás de la gran tapa armónica trasera.