Festival Vox Marmoris 2024 – Revista Coeval

Donato Dozzyel segundo invitado esperado de la noche, sale a escena con su porte tranquilo y sereno, pidiendo un momento de silencio. Centrado en el detalle, tanto en la pista de baile como en el sintetizador cerebral, su set se desarrolla lentamente y, como es de esperar, consigue emocionarnos porque dibuja microconstrucciones que alteran sutilmente el paisaje sonoro original, creando un paisaje mágico para nosotros los bailarines de forma imperceptible. Una atmósfera que nos sumerge en las vibraciones del lugar y la materia, una música hipnótica que no pierde el ritmo ni los bpm, bailando. Aclamado en los círculos del deep techno, fascina con su complejo minimalismo y bases hipnóticas, tipo vaporwave, que se sienten lejanas y suspendidas en el tiempo. Se integra armoniosamente en el enigma del recinto con loops y acumulaciones progresivas de energía. El rumbo que toma la noche, ahora iluminada solo por estrellas y visuales en la montaña, es nada menos que emocionante.

Desde 2020 está involucrado en el proyecto “Il Quadro di Troisi”, un trío formado con Espíritu de Eva y Pietro Micioniuno de los álbumes de pop italiano más importantes de los últimos años, una colección que traduce décadas de la historia musical del país y a un maestro en paisajes sonoros simbolistas y surrealistas. El proyecto se inspira en su herencia clásica de italo disco y synth-pop, intentando concretar una interioridad nostálgica con letras que funcionan como monólogos. Con Max Cooper, interpretará un back-to-back enérgico y elegante.

https://www.ilquadroditroisi.com

La noche concluye con Julio Corsitambién conocido como El canteroque da por concluido su festival, divirtiéndose con nosotros al son de house y disco hasta la madrugada. El adiós definitivo es a la cantera, que ya empieza a brillar bajo los primeros rayos de sol.

Programa Público: robots y mármol, instalación interactiva y diálogos con artistas

La amplia programación de Carrara, del 24 al 27, fue un complemento esencial del evento principal, enriqueciéndolo con capas de cultura. Me brindó la oportunidad de descubrir la ciudad y sus tradiciones artesanales en un tiempo condensado, con un mapa en la mano.

En todo el centro histórico de Carrara y sus alrededores se encuentran lugares como La Cooperativa Sculturi, Fábrica Torart, Museo MudaC, Palacio Binelli y Galería de Arte Civico 1 sirvieron como sitios elegidos para el programa público: momentos de conexión e intercambio, con conferencias, charlas e instalaciones.

En el Palazzo Binelli, el programa se inició con el debate “Más allá de lo visible: el arte de las instalaciones interactivas”, en el que participaron Mañana efímera y O. aka OliviaSe adentraron en el potencial estético de la luz y en la plataforma de desarrollo visual TouchDesigner, que se utiliza para interacciones en tiempo real y que fue crucial para las visuales del evento “Light Echoes” en la cantera (discutido anteriormente).

El sábado 27 nos reunimos con artistas Max Cooper y Davide Quayolaquienes presentaron su trabajo para Vox Marmoris en diálogo con RobotLa charla, titulada “Metamorfosis digital: del software a la escultura”, ofreció información sobre su proceso colaborativo e imaginativo.

De vuelta en el Palazzo Binelli, Cristian Rizzuti y Julián Álvarez presentó “Amnesia”, Una instalación inmersiva alojada en Cooperativa Scultori, un laboratorio de mármol dedicado a nutrir a la próxima generación de escultores ansiosos por aprender el oficio y comprender el espíritu carraresino de “sentir la montaña” para extraer su oro blanco. “Amnesia” es un “Pintura performativa en siete actos”, una instalación de Cristian Rizzuti, que se inspira en la ciencia, las matemáticas y la percepción humana, en colaboración con Julián Álvarez, músico, compositor y físico de Barcelona. Álvarez no solo ha actuado en grandes festivales, sino que, como científico, ha trabajado en proyectos acústicos en Arau Acustica Studio, en colaboración con estudios de arquitectura de toda Europa. Una proyección láser generativa sobre un lienzo circular de pintura química, la instalación transforma la luz en color, creando “bailes de la memoria” en tiempo real con pigmentos fosforescentes y láseres UV. La reflexión poética gira en torno a la memoria, concebida como un concepto generativo y condensada en figuras geométricas metamórficas, pinturas verdaderamente performativas. Cada actuación concluye con la interacción final de la luz con el lienzo, con la imagen desvaneciéndose gradualmente con el tiempo. La memoria se convierte en un lugar, una imagen que pulsa, luego un sonido, solo para regresar al ojo en un ciclo infinito. El silencio en sí mismo ya es un recuerdo.



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