PARÍS (Reuters) — ¿Está de visita en París para los Juegos Olímpicos y quiere compartir el tentador aroma de una baguette recién hecha? Un sello para rascar y oler en su postal podría ser la respuesta.
El crujiente palito de pan blanco esponjoso es un símbolo de Francia en todo el mundo y ha sido un pilar de su dieta durante al menos 100 años.
Muchos considerarían irrepetible su aroma a trigo y levadura, pero no el de Correos francés.
“Sólo hay que frotar el sello con las uñas”, explica la empleada postal Clarisse Briend. “Se puede oler el pan, la baguette”.
Pero no esperéis que los puristas gastronómicos franceses queden impresionados.
“Nuestra levadura es suave”, afirma Jeanne Barrere, gerente de la panadería Leonie, cerca del bulevar de los Campos Elíseos de París. “Esto huele más a vainilla”.
Harlem Gbodialo, el panadero jefe de Barrere, percibió un “aroma azucarado y afrutado” que no pudo identificar.
Aunque el consumo de baguette ha disminuido, en Francia todavía se producen alrededor de 16 millones al día, o casi 6 mil millones al año.
Cuenta una leyenda que los panaderos de Napoleón Bonaparte idearon la forma alargada para que sus tropas pudieran transportarla con más facilidad.