Giambattista ValliLa colección de alta costura otoño/invierno 2024 de 's fue como un sueño de una noche de verano bañado en decadencia. Paseando por el Pavillon Vendôme, apareció una cinta transportadora de extravagantes vestidos en vivos colores pastel (amarillo, rosa, rojo, verde, blanco, azul), lucidos por modelos con el aplomo desenfadado de una princesa. Con la banda sonora de una composición en directo de Thomas Rousselinterpretado por JA Jayant con una flauta bansuri de bambú y Narendra Ranjan Gandharbra con el sitar, fue una salida absolutamente gloriosa.
La espuma desenfrenada no era nada nuevo para el diseñador, cuya obra consiste en un romanticismo dramático y una feminidad voluminosa. Pero había un aire de modernidad que aún no hemos visto en él.
Algunas modelos lucían vestidos hasta el suelo, sus rostros pintados de bígaro o rosa y cubiertos por capuchas drapeadas. Otros salieron con montones y montones de seda, gasa, tul, gasa, organza y muselina, realzados con bordados hechos a mano y colas diseñadas para salir de las habitaciones de manera drástica. Caléndulas, claveles y peonías bailaron sobre los opulentos vestidos de fiesta, aportando una sensación verdaderamente veraniega a la gama, en la que cada look llevaba el nombre de una flor, un ramo o una piedra preciosa.
Con el cabello de las niñas peinado en coletas bajas y pétalos de flores salpicando sus mejillas, la colección fue suficiente para hacer que cualquiera que la usara se sintiera como la realeza.
Fotografía de Daniele Oberrauch.