Al capturar momentos sinceros, con mucha confianza por parte de los participantes del proyecto, Karabo a menudo se encuentra documentando la contracultura en sus diálogos fotográficos. Al establecer fuertes conexiones con las comunidades que captura, se toma el tiempo para comprender las narrativas colectivas y los objetivos de la comunidad, “así como para resaltar lo que han superado para alcanzar sus logros”. Karabo dice: “Mi pasión por la fotografía siempre ha estado arraigada en mi interés por la conectividad humana, la historia y la cultura… Con el tiempo, me di cuenta del peso del colonialismo institucionalizado que llevaba y de cómo los sistemas de opresión habían creado dudas en mí mismo. -valer. Por eso es tan importante para mí seguir destacando y celebrando la cultura negra en todo su esplendor”.
Para Karabo, la serie de fotografías visualiza el trabajo continuo de una comunidad que “encarna un espíritu revolucionario en un espacio que fue diseñado para mantener oprimidos a los negros”, creando un legado propio a través de su música. Contrarrestando “las falsas narrativas de Sudáfrica como una nación arcoíris”, el fotógrafo usa su cámara para resaltar “la verdad de nuestras historias como sudafricanos negros”, dice, celebrando “el surgimiento de una comunidad que históricamente ha sido oprimida y ahora está a la vanguardia de la revolución cultural”.