Una exploración sublime de la “fragilidad humana y la innovación coexisten en hospitales, clínicas y laboratorios”, Kiko KostadinovEl punto de partida de la temporada masculina SS25 fue el pensamiento abstracto. Estos espacios –que Kostadinov describe como “santuarios”– a menudo están cargados de una mezcla de miedo y esperanza y danzan en los límites del pasado y el futuro, la regeneración y la degeneración.
Las prendas que envió a la pasarela hicieron eco de las paradojas de la intimidad y la protección, con Kostadinov superando los límites a través de siluetas innovadoras y combinaciones inesperadas de materiales. En muchos sentidos, un estudio de contrastes, había telas suaves y onduladas yuxtapuestas con piezas estructuradas, casi como armaduras, que reflejan el delicado equilibrio entre vulnerabilidad y fuerza.
Había chaquetas inspiradas en batas de laboratorio reinventadas con precisión de vanguardia y pantalones que imitaban la esterilidad de las batas quirúrgicas pero que se realzaban mediante una confección meticulosa y detalles atrevidos como estampados gráficos inspirados en células. La paleta era una relajante mezcla de blancos, azules y grises apagados, puntuada por algún estallido ocasional de verde clínico o plata de acero inoxidable estéril.
Los accesorios jugaron un papel fundamental, con mascarillas y guantes recontextualizados como declaraciones de alta costura, desdibujando la línea entre necesidad y estilo. El calzado se inspiró en los diseños ortopédicos, pero era inequívocamente contemporáneo y proporcionó la base perfecta para la visión de Kostadinov del hombre moderno.
La oferta no fue sólo una muestra de moda bien hecha, sino una narrativa que invitaba a la reflexión y que dejó a los asistentes contemplando la profunda belleza inherente a sus momentos más vulnerables.
Fotografía cortesía de Kiko Kostadinov.