Los divertidos garabatos de Jason Sturgill son un recordatorio para aceptar la imperfección

Jason Sturgill creció pensando que no sabía dibujar. Siempre fue un fanático de la ilustración, sin saberlo, debido a su pasión por el skate y la música, pero no fue hasta los 30 que intencionalmente puso la pluma sobre el papel. Es difícil de creer para un ilustrador que colabora con empresas como Muji y Stumptown Coffee Roasters, produciendo prendas, murales y campañas de marca.

A pesar de este éxito, el viaje de Sturgill no ha sido fácil ni lineal. Comenzó en el mundo de la publicidad como productor en Wieden+Kennedy, donde montó su propia galería online en 2001. Poco después, a los 28 años, le diagnosticaron cáncer y decidió hacer un gran esfuerzo para pasarse al diseño gráfico. . Luego trabajó con Dark Horse Comics y Nike Skateboarding antes de dedicarse a la ilustración. En otro giro del destino, Sturgill descubrió que tenía trastorno bipolar II. Ahora, la defensa de la salud mental es una gran parte de su trabajo personal. “A menudo incorporo giros en modismos y aforismos para hacer que la gente se detenga y piense en cómo se relacionan con ellos mismos”, dice.

El ilustrador con sede en Portland ahora también tiene una tienda en línea en la que vende calcomanías, grabados, ropa y artículos para el hogar en un estudio de jardinería que construyó con su esposa. Es conocido por sus encantadores garabatos, salpicados de mantras sinceros que combinan su mezcla característica de diversión y conmoción. El trabajo de Sturgill se siente como un reflejo de sus diversas referencias, que también aprecian las peculiaridades de la vida. Entre algunas de las referencias menos oscuras se encuentra el arte popular, los recuerdos antiguos y el ilustrador japonés Osamu Harada. También le fascina la pareidolia (un fenómeno psicológico en el que las personas ven patrones en estímulos ambiguos) y la heta-uma: la apreciación japonesa de la imperfección. Esto se traduce porque aceptar nuestros defectos intrínsecos también es un mensaje clave en el arte de Sturgill. A través de sus alegres garabatos, nos recuerda que lo único que todos compartimos es una experiencia humana imperfecta.

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