Casarme contigo no es el fin de mi libertad; es el comienzo de ella.

Eres la persona con la que quiero sumergirme de cabeza en la vida. Cuando salgo los fines de semana, quiero que seas tú quien cierre el club conmigo. Cuando planeo una aventura, quiero que seas tú quien sostenga el mapa. Cuando especulo sobre el futuro, quiero verte en cada fantasía descabellada que planeo para mí. Eres la persona con la que quiero despotricar con entusiasmo mientras tomamos unas copas en la hora feliz. Eres la persona con la que quiero bailar por la casa en ropa interior. Eres la persona que hace que el mundo entero se abra de par en par para mí y quiero aprovechar eso. Quiero sumergirme en el futuro contigo, porque a tu lado parece más grande y brillante de lo que jamás podría haber imaginado.

No quiero establecerme contigo. Quiero irme contigo a países lejanos, paisajes extranjeros, joyas y rincones del mundo que solo se verían la mitad de increíbles sin ti a mi lado. Cuando me ponga una mochila y me dirija al aeropuerto, quiero que te subas a ese avión conmigo. Eres la persona con la que quiero perderme, acampar, caminar por calles oscuras a las 5 a.m. después de una noche larga y bulliciosa en una ciudad cuyo nombre no podemos pronunciar. Cuando llegue a casa y tenga una historia ridícula tras otra para recitarles a mis amigos, eres la persona que quiero que esté ahí para respaldar mis afirmaciones. Eres la persona con la que quiero volver a casa y la persona con la que quiero escapar. Te quiero en cada aventura que emprenda por el resto de mi vida. Quiero hacer todo en la tierra contigo.

No quiero ser la persona con la que siempre estás de acuerdo. Quiero ser la persona a la que desafías, a cambiar, a crecer, a expandirte de maneras que nunca se me habrían ocurrido antes de conocerte. Quiero debates acalorados a las 3 de la mañana. Quiero desacuerdos rotundos cuando actúo fuera de lugar. Quiero discusiones apasionadas sobre la forma en que vivimos porque tu fuego alimenta el mío y nunca quiero que esa chispa se apague. Quiero ser alguien a quien no tengas miedo de desafiar porque a veces necesito ese empujón extra. Y puedes apostar tu trasero a que te devolveré el empujón.

No quiero dejarme ir ahora que te tengo, quiero construirme a mi lado. Hay algo en ti que me inspira a ser más grande, más brillante, más audaz de lo que nunca pensé que podría llegar a ser. Y espero que yo también te inspire a ti. Que juntos podamos alentarnos mutuamente a crecer hasta convertirnos en las versiones más completas, más fuertes y más feroces el uno del otro. Que dentro de diez años estaremos más orgullosos que nunca de estar uno al lado del otro y que veinte años después estaremos aún más orgullosos. Espero que no esperes estancarte en el amor porque hay algo en ti que me hace sentir como mi mejor yo con esteroides y no planeo dejar que ese sentimiento muera.

Si hay algo que no me preocupa es que nos separemos. La verdad es que nunca me enamoré de ti de todos modos; Entré en el amor, con seguridad, deliberadamente y sin mirar atrás.Te elegí desde el primer día que te conocí y, nena, prometo seguir eligiéndote. A través de cada lucha, te elegiré. A través de cada tentación, te elegiré. A través de cada giro y bache en el camino que amenaza con separarnos, te elegiré con la feroz certeza que he sentido desde la primera vez que te vi. No me preocupa desenamorarme de ti, nena, porque nunca me enamoré. Amarte fue una elección consciente y consciente y es una que seguiré haciendo hasta el día en que mi corazón deje de latir.

Ahora dejemos de lado estos votos frívolos: ¡hay una fiesta que celebrar! Tenemos regalos que abrir, champán que beber y una luna de miel vertiginosa en la que embarcarnos. Todo este asunto del matrimonio es viejo y cansado, pero nosotros no lo somos. Después de todo, solo se es joven y salvaje una vez. Y, nena, nuestros días más salvajes recién están comenzando.



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