MYCOAUDIO – Revista Coeval

¿Podrías hablarme brevemente sobre tu proceso de fabricación? Su espíritu se siente lento y minuciosamente pensado, ya que cada altavoz está hecho a mano y posee su propia singularidad. ¿Cuáles son algunas partes de tu práctica que más disfrutas?

Dependiendo de qué unidades hablemos, casi siempre se comienza con la inoculación del sustrato. El sustrato es el biomaterial en el que el micelio puede prosperar y expandirse. El crecimiento del micelio es la parte más larga del proceso y la parte fundamental del aislamiento de los altavoces MYCOAUDIO. Durante el proceso de crecimiento del micelio que dura dos meses, las carcasas de los altavoces se cortan, moldean, curan, cocinan y vidrian según el material y la unidad que se estén construyendo.

Por ejemplo, los altavoces de estantería R1 se hornean con raku, que es una técnica ancestral de cocción de cerámica desarrollada en Japón durante cientos de años. Cada carcasa de altavoz está moldeada a presión con un cuerpo de arcilla que tiene la densidad, partículas y minerales correctos para soportar un choque de temperatura de 900 grados Celsius necesario para cocinar la arcilla con esta técnica específica. Deja cada unidad con un acabado único. El proceso es muy práctico y necesito estar muy atento a cada paso para no estropear las horas de trabajo que me llevó llegar allí. Hay una especie de falta de control que acepto en esta práctica. A lo largo del proceso siempre hay nuevos rasguños, mínimas deformaciones que van dando a cada hablante una identidad especial.



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