En el Palacio de Tokio, la colección SS25 de Rick Owens siguió el espíritu rebelde de su temporada anterior mientras giraba hacia la unidad frente a la división. Mientras que su colección masculina SS25, Porterville, expresaba un rechazo al conservadurismo crítico, Hollywood abrazó las contradicciones de la ciudad, celebrando la diversidad y la autoexpresión. La reflexión de Owens sobre la exclusión dio forma tanto a sus diseños como a su casting, con un regreso a sus raíces en forma de acceso abierto.
La colección se inspiró en civilizaciones antiguas y estética industrial, con modelos caminando a través de una neblina etérea mientras llovían pétalos de rosa desde arriba. Las piezas predominantemente negras y doradas se sentían toscas y poderosas: las botas hasta las espinillas parecían tablillas para las piernas y el cuero agrietado imitaba lienzos desgastados. La inclusión de estudiantes de moda parisinos subrayó aún más el mensaje de inclusión, marcando un alejamiento de los desfiles anteriormente íntimos y exclusivos de Owens. A pesar de la teatralidad, la colección trataba en última instancia sobre un sentido compartido de pertenencia en un mundo cada vez más definido por la división.
