Cuando empezó la serie, Sirui dice que no tenía una “visión” concreta. Los días de rodaje no tenían “estructura” y eran tanto una forma de pasar el tiempo con sus amigos como de hacer fotografías: “Pasábamos el rato juntos y caminábamos por ahí, y yo tenía mi cámara”, dice. Este enfoque le permitió a Sirui capturar momentos que no habrían sido posibles si la serie hubiera sido completamente escenificada, lo que le permitió dejarse llevar por la intuición; se dejó llevar por los momentos que la intrigaban en lugar de planificar los que creía que debía capturar.

Tal vez sean los momentos más inesperados los que han dado lugar a las imágenes más impactantes, como la imagen de la amiga de Sirui, Lily, en una estación de metro. Después de pasar un día juntas, la imagen surgió cuando Sirui intentó ver las últimas imágenes de su rollo de película, una sensación que muchos fotógrafos conocen bien. La imagen transmite una sensación palpable de paz, el resplandor de un día pasado con un ser querido, pero también la promesa de un hogar inminente. O está la imagen de una nota de amor que Sirui encontró fuera de su antiguo apartamento. “Debe haber salido volando de la basura en algún lugar y eso es un poco desgarrador”, dice Sirui. “Es un poco misteriosa, no tiene nombres, pero aun así es realmente hermosa y romántica”.

El momento del día en el que Sirui ha elegido fotografiar, y los tonos resultantes y la exposición a la luz le dan a la serie una sensación onírica y etérea, algo que también se acentúa con sus tomas de la naturaleza; dos ciervos prístinos abriéndose paso a través de un campo o las fuertes ramas de un árbol que se elevan fuera de plano, lo que da la sensación de que su crecimiento podría ser infinito. Pero es la cualidad mística de los hongos lo que más atrae a Sirui. “Hace tiempo que me fascinan”, dice Sirui. “No son exactamente animales ni plantas, los hongos tienen cualidades casi extrañas”. Mostrados brotando de una rama cubierta de musgo, o colocados bajo la nariz de un amigo imitando una flor, Sirui resalta estas cualidades extrañas, sus largos tallos y texturas extrañas, contra las figuras muy reales de sus amigos.

Aunque, curiosamente, Sirui considera que los hongos y sus amigos están mucho más conectados de lo que pensamos. “Forman redes subterráneas que ayudan a otras especies, como los árboles, a comunicarse entre sí”, dice. “Eso es muy mágico para mí”. Sirui reconoce que este hecho se refleja en la serie en su conjunto, la red de conexiones entre ella y sus amigos, así como las conexiones entre momentos fugaces y fragmentos de la vida cotidiana, todos ellos unidos en armonía por un hilo casi imperceptible.

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