Comer puede ser uno de los grandes placeres de la vida, pero cuándo, con qué frecuencia y cuánto debemos comer para tener una salud óptima sigue siendo una cuestión clave para los científicos. La conexión entre la alimentación y la salud humana y la longevidad es un área activa de investigación. Un estudio publicado esta semana puede acercarnos un paso más a comprender por qué algunas personas viven mucho más que otras.
La nueva investigación estudió a casi 1.000 ratones genéticamente diversos a los que se les sometió a una de cinco dietas: comer normalmente; ayunar por un día; ayunar durante dos días; comer un 20 por ciento menos que el valor inicial; comer un 40 por ciento menos que el valor inicial. Luego, durante el resto de la vida de los ratones, los autores realizaron alrededor de 200 evaluaciones de rasgos inmunológicos, sanguíneos, metabólicos, funcionales y de comportamiento.
Los investigadores intentaban desentrañar qué tienen las restricciones dietéticas que hacen que las personas vivan más tiempo. ¿Tiene menos peso? ¿Niveles de glucosa en sangre más estables? ¿Bajo porcentaje de grasa corporal? ¿O algo más que hemos estado pasando por alto?
El estudio encontró que aquellos que seguían sus dietas normales donde podían comer lo que quisieran vivieron, en promedio, 25 meses. Los ratones que ayunaron uno o dos días a la semana vivieron 28 meses, mientras que los ratones que comieron un 20 por ciento menos vivieron 30 meses y los que comieron un 40 por ciento menos vivieron 34 meses. Estos hallazgos publicado hoy en el diario Naturaleza.
Lo que resultó más confuso para los investigadores fue que cada grupo tenía una amplia gama de esperanza de vida: algunos ratones vivían unos pocos meses y otros, en cada grupo, vivían una vida mucho más larga, hasta cuatro años y medio. Para tratar de identificar qué había detrás de estos ratones que vivían más tiempo, los investigadores encontraron algo que denominaron “resiliencia”: ratones que podían mantener el mismo peso corporal, porcentaje de grasa y salud de las células inmunes durante toda su vida y, lo que es más importante, durante épocas de crisis. baja ingesta de alimentos u otros factores estresantes: vivieron más tiempo.
El estudio también encontró que para estos ratones, simplemente mantener un peso corporal bajo, un porcentaje de grasa corporal o un nivel bajo de glucosa durante toda la vida (lo que durante mucho tiempo se pensó que desempeñaba un papel en la longevidad) no estaba directamente asociado con una vida más larga. Los investigadores suponen que debe haber un factor genético subyacente a estas habilidades y que podría ser clave para vivir una vida larga.
Entonces, ¿dónde nos deja esto? Bueno, primero, como ocurre con todo lo relacionado con la ciencia, se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos. En segundo lugar, debido a que se trata de un estudio con ratones, es mucho más difícil decir qué significan los resultados para los humanos. Es muy probable que los científicos necesiten realizar estudios similares en humanos. Los autores escriben que futuros trabajos también deben desentrañar los efectos fisiológicos de las restricciones dietéticas en los humanos, que cambiarán en cada persona. A pesar de las limitaciones de este estudio, proporciona información importante de que, si bien la dieta puede aumentar la longevidad, la genética aún podría ganar.