Sentirse avergonzado de vez en cuando no es algo malo, pero estas tres estrategias pueden ayudar si esto está afectando tu vida profesional.
Imagínate lo siguiente: trabajas para una empresa nueva y durante las primeras semanas escuchas mucho y no le dices mucho a nadie. Luego, en una reunión general, te piden que digas algunas palabras. Empiezas con un chiste breve y enseguida se te cae el bache. Sientes que se te ponen las mejillas coloradas y miras al suelo avergonzado, y al final te resulta difícil seguir hablando.