Chris, que trabajaba en un equipo de prestación de servicios en una gran ONG, era muy apreciado por su optimismo y su gran sentido del humor. Pero a Chris le resultaba difícil mantener la calma cuando su equipo presentó su resumen semestral de rendimiento con un mes de retraso por sexta vez consecutiva. Señaló que los informes tardíos dejaban mal parado a todo el equipo. Sus colegas respondieron acusándolo de perder el sentido del humor. Abatido y preocupado por tener razón, Chris no sabía cómo proceder.