Dejó Harvard para ayudar a su madre y creó un negocio de nutrición de 25 millones de dólares

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Como era un “niño raro”, Sam Faycurry aspiraba a asistir a la Escuela de Negocios de Harvard. Por eso, cuando lo aceptaron en el prestigioso programa, él y su familia se emocionaron.

Pero la vida tenía otros planes. Mientras ayudaba a su madre y a su hermana, ambas dietistas tituladas, a poner en marcha su negocio, Faycurry se topó con una oportunidad de negocio sin explotar. Él y su socio Mark Stefanski fundaron Meteruna plataforma digital que conecta a las personas con dietistas registrados (RD) que ofrecen asesoramiento nutricional personalizado y aceptan seguros.

Pronto, Faycurry se dio cuenta de que no podía asistir a Harvard y dirigir la empresa al mismo tiempo, así que abandonó un sueño para perseguir otro.

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Hoy, a los 31 años, es cofundador y director ejecutivo de Fay, que ha recaudado 25 millones de dólares en financiación y está cambiando rápidamente el panorama y la accesibilidad del asesoramiento nutricional. Habló conmigo sobre su trayectoria, desde ayudar a miembros de su familia hasta dirigir una empresa emergente respaldada por capital de riesgo, en el último episodio de Un día con Jon Bier Podcast. A continuación, se presentan cinco lecciones empresariales clave que Faycurry aprendió a lo largo del camino.

Ponte manos a la obra y ensuciate

Faycurry cree que la experiencia es la mejor maestra. En lugar de simplemente estudiar cómo iniciar un negocio, dice que es igualmente importante ensuciarse las manos y hacerlo.

“Lees estos libros y siempre hablan de 'No hagas cosas que no se pueden escalar'. ¿Qué demonios significa eso?”, dice. “Pero luego estás sentado allí y estás haciendo cosas que no se pueden escalar, y piensas: 'Oh, mierda. Eso es lo que quieren decir'”. Este enfoque práctico le permitió a Faycurry comprender profundamente los problemas de la industria de la nutrición y desarrollar soluciones personalizadas.

Trágate tu orgullo

Crear una startup exitosa significa dejar el ego en la puerta y dejar de lado el orgullo para realizar trabajos menores que podrían parecer el problema de otra persona.

Por ejemplo, Faycurry recuerda que tenía la boca completamente seca de tanto lamer sus dedos para separar montones de papeles. “Hasta que no lo haces, no te das cuenta de que esto es lo que significa tener un ego bajo”.

Pero dice que la voluntad de afrontar tareas poco atractivas fue crucial para entender las complejidades de la industria.

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Resuelve problemas reales, no ejercicios intelectuales.

Antes de fundar Fay, admite que había fundado empresas que eran “más bien una masturbación intelectual”. Describe estos primeros intentos como “ideas horribles” que nadie necesitaba realmente. No fue hasta que se concentró en resolver un problema real y tangible para los miembros de su familia que encontró el éxito.

“Cuando uno se encuentra en ese estado intelectual, puede estar pensando en muchos problemas que resolver”, afirma. “Sin embargo, cuando me encontré ayudando a mi madre y a mi hermana a abrir su consultorio privado de dietética, empecé a descubrir cosas que la gente tal vez nunca había visto antes”.

Esté dispuesto a cambiar su plan original

A pesar de su sueño de toda la vida de asistir a la Escuela de Negocios de Harvard, Faycurry tomó la difícil decisión de abandonar los estudios cuando Fay empezó a ganar terreno. “Fue la decisión más difícil porque significaba mucho para mi familia”, explica. “Nadie de mi familia había ido nunca allí y fue un gran motivo de orgullo”. Esta capacidad de adaptarse y priorizar el negocio por encima de los objetivos personales fue crucial para el crecimiento de Fay.

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Mantente hambriento

A pesar de ser líderes del mercado, Faycurry y su equipo son conscientes de los peligros de la autocomplacencia. “Es una de nuestras grandes debilidades”, admite, señalando la necesidad de seguir escalando incluso cuando están en la cima de la montaña.

Se refiere a una serie de casos en el ámbito de la salud mental en los que las empresas que se durmieron en los laureles tuvieron que abandonar la carrera, mientras que las que tenían algo que demostrar siguieron en el juego.

Por esta razón, Faycurry dice que siempre desafía a su equipo a preguntarse: “¿Cómo mantenemos ese hambre y ese impulso?”

A lo largo de su trayectoria empresarial, Faycurry ha aprendido que el éxito suele surgir de los lugares más inesperados. Nunca imaginó que el negocio de dietética de su familia haría descarrilar su carrera en la Escuela de Negocios de Harvard, pero eso es exactamente lo que sucedió. Al centrarse en problemas reales y estar dispuesto a hacer el trabajo pesado, Faycurry ha posicionado a Fay para tener un impacto significativo en la industria de la salud.

Al reflexionar sobre su trayectoria, desde ayudar a su madre y a su hermana con el papeleo hasta dirigir una empresa emergente respaldada por capital de riesgo, Faycurry sigue confiando en que Fay dejará huella. “Parece que esta es la empresa indicada”, dice. “No sé si tendrá éxito. No estoy aquí para decirlo. Pero por alguna razón, en lo más profundo de mi ser, siento que es así”.

La historia de Faycurry nos recuerda que, a veces, las ideas de negocios más prometedoras surgen de los lugares más inesperados, incluso de lamer papeles pegados en una oficina suburbana.

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