El CEO de Bolt: “Los grandes almacenes están resurgiendo de las cenizas”

Los gigantes del comercio minorista, que alguna vez fueron poderosos, están tambaleándose. Barneys New York, un ícono de las compras de lujo, cerró sus puertas en 2020. Sears, una institución de 125 años de antigüedad, se tambalea al borde de la extinción. Incluso Macy's, cuyo desfile del Día de Acción de Gracias es sinónimo de la cultura estadounidense, ha anunciado el cierre de tiendas y recortes de empleos. No se trata de simples tropiezos: son síntomas de un cambio radical en el panorama minorista.

Durante más de un siglo, los grandes almacenes definieron la cultura del consumo. Estos grandes emporios eran más que simples lugares para comprar bienes: eran centros sociales, escaparates de estilos de vida ambiciosos y símbolos del progreso urbano.

Pero el mundo ha cambiado. La comodidad del comercio electrónico, el auge de la moda rápida y los cambios en los valores de los consumidores han erosionado su posición, que antes era inexpugnable. La pandemia de COVID-19 no hizo más que acelerar estas tendencias, empujando a muchos incondicionales al borde del abismo.

Sin embargo, sería prematuro descartar por completo los grandes almacenes, ya que estas instituciones ya han superado tormentas económicas en el pasado. La cuestión ahora no es si los grandes almacenes pueden sobrevivir, sino cómo deben transformarse para prosperar en la era digital.

La tienda invisible

Un camino a seguir es adoptar lo que podríamos llamar “venta minorista invisible”. Este concepto va más allá de la mera conveniencia: se trata de integrarse perfectamente en la vida de los consumidores, anticipándose a las necesidades antes de que surjan.

Imaginemos una tienda departamental que exista principalmente como plataforma digital, que utilice inteligencia artificial y análisis de datos para seleccionar selecciones personalizadas para cada cliente. Las ubicaciones físicas no funcionarían como tiendas tradicionales, sino como espacios experienciales donde los clientes pueden interactuar con los productos, recibir asesoramiento de expertos y disfrutar de experiencias inmersivas de marca. El proceso real de compra sería tan fluido que sería casi invisible, y se desarrollaría en segundo plano a través de sistemas automatizados y algoritmos predictivos.

Nordstrom ofrece un ejemplo convincente de este enfoque. Sus tiendas conceptuales Nordstrom Local no tienen inventario, sino que se centran en servicios como estilismo personal, arreglos y recogida de pedidos en línea. Estas ubicaciones de formato más pequeño funcionan como centros sin fricciones donde los clientes pueden acceder de manera eficiente a la gama completa de productos y servicios de Nordstrom sin la experiencia abrumadora de una tienda departamental tradicional.

Además, Nordstrom ha integrado herramientas digitales para mejorar la experiencia de compra en todos los canales. Su estrategia omnicanal incluye una plataforma de compras en vivo que ofrece a los clientes versiones virtuales de las reuniones en la tienda, lo que les permite comprar productos en tiempo real e interactuar con expertos y fundadores de marcas.

Este modelo responde al deseo de eficiencia y personalización del consumidor moderno. Reconoce que, en el caso de muchas compras rutinarias, el acto de comprar en sí no es el objetivo, sino conseguir el producto adecuado con el mínimo esfuerzo.

El curador indispensable

Otra vía de reinvención consiste en reposicionar los grandes almacenes como conservadores de estilos de vida, en lugar de ser meros vendedores de productos. Este enfoque reconoce que los consumidores buscan cada vez más experiencias, identidades y soluciones a los desafíos de la vida.

Selfridges en Londres ejemplifica este concepto. Su iniciativa “Project Earth” va más allá de vender productos sustentables, ya que ofrece servicios de reparación, opciones de alquiler y estaciones de recarga para promover un estilo de vida sustentable. Al albergar exposiciones de arte en sus tiendas e incluso una sala de cine, Selfridges transforma las compras en una experiencia holística.

Este modelo abre nuevas fuentes de ingresos y profundiza las relaciones con los clientes. Una tienda que ayuda a planificar una boda, por ejemplo, puede ampliar esa relación a la decoración del hogar y más allá, convirtiéndose en un socio indispensable en la vida de los clientes.

La comunidad íntima

Tal vez parezca contradictorio, pero la era digital ha creado un profundo deseo de experiencias y comunidades auténticas y presenciales. Los grandes almacenes están en una posición única para satisfacer esta necesidad, aprovechando sus espacios físicos y el legado de su marca para crear conexiones significativas.

Macy's ha dado pasos importantes en esta dirección con su concepto “Story at Macy's”. Este espacio comercial en constante cambio presenta productos seleccionados en torno a un tema específico, que rota cada pocos meses. Más que un área de compras, está diseñado como un centro comunitario, que alberga eventos y talleres relacionados con cada tema. Por ejemplo, una historia con temática de bienestar, llamada “Feel Good STORY”, ha presentado clases de yoga y talleres de nutrición junto con productos relevantes. Este enfoque transforma a Macy's de un mero punto de venta a un espacio comunitario dinámico donde los clientes pueden conectarse, aprender e interactuar con las marcas de formas significativas.

Al fomentar estas comunidades, los grandes almacenes pueden crear conexiones emocionales con los consumidores que trascienden las relaciones transaccionales. Se convierten no solo en lugares para comprar cosas, sino en lugares a los que pertenecer.

El camino a seguir combina tradición e innovación

El futuro de los grandes almacenes radica en combinar ingeniosamente el comercio minorista invisible, la selección de estilos de vida y la construcción de comunidades. Esta transformación exige una reinterpretación fundamental del papel de los grandes almacenes en el siglo XXI.

En el centro de esta evolución se encuentra un cambio en la manera en que estas instituciones aprovechan la tecnología. La tecnología ya no es solo una herramienta para lograr eficiencia, sino que se ha convertido en el medio para forjar conexiones humanas más profundas y crear experiencias más significativas.

Aunque los agoreros llevan mucho tiempo prediciendo la desaparición de los grandes almacenes, lo que estamos viendo no es un final, sino una reinvención. Los grandes almacenes del mañana pueden tener poco parecido con sus predecesores, pero su esencia sigue siendo la misma. Seguirán siendo un lugar de encuentro. descubrimientoun lienzo para los sueños y un centro donde las necesidades no solo se satisfacen, sino que se anticipan y se superan. De esta manera, la tienda departamental reinventada no solo sobrevive, sino que prospera, lo que demuestra que incluso en nuestra era digital, todavía hay un lugar para la magia del comercio minorista bien hecho.

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