El liderazgo de Tim Walz resuena con el Código Vikingo de mi país. He aquí por qué eso importa

Recientemente visité a mis padres, ambos de más de setenta años, en su acogedora casa noruega, en el pueblo donde crecí, Røros. Me encontré rodeado por un paisaje abierto que parece contener la sabiduría de siglos. Un miércoles normal, con un tiempo exterior perfecto para quedarse dentro. Había planeado tomarme unos días libres para escribir y disfrutar un poco de tiempo para mí, pero mi hija de 8 años y su prima estaban corriendo de un lado a otro, llenando la casa con el tipo de caos que sólo la energía juvenil puede generar. Mientras tanto, mi madre, mientras hacía malabarismos con sus nietos y los preparativos de la cena, de repente tuvo que irse a tomar unas vacaciones. Dugnad.

Dugnad. La palabra ocupa un lugar especial en la cultura noruega y encarna el espíritu de esfuerzo comunitario, voluntariado y responsabilidad colectiva. Incluso a su edad, a mis padres no se les ocurriría extrañar a un Dugnad, ni siquiera cuando la casa está llena de familiares visitantes. Para ellos, y para muchos noruegos, Dugnad no es sólo un acontecimiento: es una forma de vida, una declaración de pertenencia y una expresión de interdependencia que se remonta a generaciones atrás. Mientras observaba a mis padres prepararse para contribuir con su tiempo y energía a un proyecto comunitario, me llamó la atención que esta práctica cultural profundamente arraigada encierra lecciones mucho más allá de nuestra pequeña aldea. Podría ser simplemente la clave para resolver algunos de los desafíos más apremiantes que enfrenta Estados Unidos hoy.

El código vikingo: una herencia de equilibrio dinámico

Dugnad es más que una simple tarea comunitaria; es una manifestación de un espíritu cultural incorporado en el “Código Vikingo”, un conjunto de valores que ha guiado a la sociedad noruega durante siglos y que, para mí, se ha convertido en un modelo para crear una sociedad vital donde el individualismo de alto rendimiento pueda florecer junto con un fuerte sentido común. del colectivismo. Si bien los noruegos son tremendamente independientes y valoran la libertad personal, existe un compromiso igualmente fuerte con el bien común. Dugnad es el lugar donde se encuentran estas dos fuerzas.

En Noruega, Dugnad puede adoptar muchas formas: limpiar un parque local, pintar un centro comunitario o incluso ayudar a un vecino con su techo. Nunca se trata de grandes gestos sino de que cada uno haga su parte, por pequeña que sea. La belleza de Dugnad radica en su simplicidad y su capacidad para unir a personas de todos los ámbitos de la vida en un propósito compartido. Es una práctica que ha mantenido a las comunidades noruegas resilientes y cohesivas, incluso frente a presiones externas y diferencias internas.

La paradoja estadounidense: individualismo versus colectivismo

En contraste, la cultura estadounidense ha celebrado durante mucho tiempo al individualista rudo, la persona hecha a sí misma que se levanta por sí misma. Este espíritu ha impulsado la innovación y la prosperidad, pero también ha fomentado la división y una sensación de aislamiento, especialmente en tiempos de crisis. Los desafíos del siglo XXI (pandemias globales, cambio climático, desigualdad económica) requieren un nivel de acción colectiva que la sociedad estadounidense está luchando por lograr.

Pero en Minnesota, un estado con profundas raíces noruegas, el estilo de liderazgo del gobernador Tim Walz resuena con el espíritu de Dugnad y el núcleo del Código Vikingo. Su experiencia como docente y su enfoque de la gobernanza enfatizar la colaboración, la responsabilidad compartida y una conexión profunda con la comunidad, principios que hacen eco de la tradición noruega de Dugnad.

Si bien Kamala Harris representa una visión histórica y progresista de Estados Unidos, su compañero de fórmula encarna un potencial de cambio más silencioso pero igualmente poderoso. Su liderazgo está arraigado en la esencia misma de lo que hace que Minnesota, y por extensión las comunidades noruego-estadounidenses, sean únicas: un compromiso con el bienestar colectivo que no disminuye los derechos individuales sino que los mejora.

Dugnad como declaración de interdependencia

Estados Unidos se encuentra en una encrucijada. La polarización y fragmentación que vemos hoy son síntomas de un problema más profundo: la tensión entre el individualismo y la necesidad de una acción colectiva. Pero ¿y si esta tensión pudiera resolverse? ¿Qué pasaría si Estados Unidos adoptara una nueva “Declaración de Interdependencia”, inspirada en los principios de Dugnad?

Imagine un país donde las comunidades de todos los partidos se reúnen periódicamente para abordar cuestiones locales, donde el voluntariado no es sólo una actividad ocasional sino una parte normal y esperada de la vida. Imagine que las corporaciones adoptan estos principios y alientan a los empleados a contribuir a proyectos comunitarios como parte de su cultura laboral. Imaginemos un sistema político en el que los líderes prioricen el bien común por encima del beneficio partidista.

Lo que puede parecer una fantasía utópica son los principios de Dugnad que se han implementado con éxito en Noruega durante generaciones. Tim Walz aboga por un espíritu comunitario que pueda adaptarse para adaptarse a los contornos únicos de la sociedad estadounidense, proporcionando un marco para abordar todo, desde la desigualdad económica hasta la sostenibilidad ambiental.

El código vikingo y el futuro de Estados Unidos

A medida que se acerca lo que se ha denominado un momento crucial en la historia estadounidense, las lecciones de Noruega pueden servir como filosofía guía para la vida. El espíritu de Dugnad y el Código Vikingo ofrecen un camino a seguir para Estados Unidos: una manera de cerrar la brecha entre individualismo y colectivismo, para crear una cultura de alto desempeño arraigada en valores compartidos. Es una visión de una sociedad donde la libertad personal no sólo se preserva sino que se enriquece mediante un profundo compromiso con el bien común.

Estados Unidos tiene la oportunidad de retomar el camino de ese legado, uno que las generaciones futuras recordarán con orgullo. Pero requerirá un cambio de mentalidad, la voluntad de aceptar la interdependencia como una fortaleza y no como una debilidad. Se requerirá una nueva declaración, una que honre al individuo y al mismo tiempo se comprometa con el colectivo.

Para ello será necesario el americano Dugnad.

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