En los círculos de formulación de políticas de China, cada vez hay más sentido de urgencia, pues la desaceleración económica del país se hace cada vez más difícil de ignorar. Tras meses de recuperación débil y crecientes dificultades en sectores clave, Pekín parece estar asumiendo la gravedad de la situación. En respuesta, el 24 de septiembre, el Banco Popular de China (PBOC) dio a conocer un amplio conjunto de medidas, lo que indica que los banqueros centrales chinos están preparados para adoptar medidas más agresivas para abordar los desafíos actuales.
Sin embargo, si bien estas medidas monetarias son significativas, muchos expertos sostienen que las inyecciones de liquidez por sí solas no bastarán. La verdadera prueba radica en si Beijing complementará estas medidas con un paquete fiscal integral que aborde tanto las presiones económicas inmediatas como los problemas estructurales más profundos.
El economista Liu Shijin, una voz destacada en el debate económico de China, se ha convertido en uno de los principales defensores de una acción fiscal más audaz. Ha pedido un enorme estímulo fiscal de 10 billones de yuanes (1,4 billones de dólares) para impulsar el crecimiento, haciendo hincapié en la necesidad de un alivio a corto plazo y una reforma estructural a largo plazo. Las propuestas de Liu reflejan un consenso cada vez mayor en el sentido de que, sin una combinación coordinada de políticas monetarias, fiscales y estructurales, la recuperación de China podría ser larga, prolongada y plagada de desafíos.
Los sorprendentes movimientos del Banco Popular de China
Las últimas medidas del Banco Popular de China sorprendieron a los mercados, al introducir una serie de medidas políticas agresivas destinadas a impulsar la liquidez, estabilizar el mercado inmobiliario y apoyar los mercados de capital. La pieza central fue una reducción de 50 puntos básicos en el coeficiente de reservas obligatorias (RRR), que se espera que inyecte alrededor de 1 billón de yuanes en el sistema bancario. El banco central también redujo su tasa de recompra inversa en 20 puntos básicos, lo que indica una estrategia de flexibilización más amplia que probablemente incluya más recortes en la tasa preferencial de préstamos (LPR) en el futuro cercano.
Además de estos recortes de los tipos de interés, el Banco Popular de China introdujo medidas específicas para ayudar al sector inmobiliario en crisis. Los tipos de interés hipotecarios para los propietarios de viviendas actuales se reducirán en 50 puntos básicos, mientras que el pago inicial para los compradores de segundas viviendas se ha reducido del 25% al 15%. Estas medidas están diseñadas para aliviar la carga financiera de los compradores de viviendas y estabilizar un mercado inmobiliario que ha estado en caída libre durante gran parte del año pasado.
Para reforzar aún más la confianza en los mercados de capital de China, la Comisión Reguladora de Valores de China (CSRC) ha puesto en marcha nuevas herramientas para fomentar la inversión a largo plazo, entre ellas mecanismos que permiten a las empresas de valores y aseguradoras utilizar bonos, ETF y acciones como garantía de liquidez, creando un entorno más favorable para las inversiones en acciones y ayudando a estabilizar el sentimiento del mercado.
La liquidez por sí sola no será suficiente
Si bien las medidas del Banco Popular de China brindan cierto alivio, es poco probable que las inyecciones de liquidez por sí solas resuelvan los problemas más profundos que impulsan la desaceleración de China. Los problemas clave –como la débil demanda interna, el colapso del sector inmobiliario y la excesiva dependencia de la inversión impulsada por la deuda– requieren algo más que aumentos de liquidez a corto plazo. Por eso, un número cada vez mayor de economistas y asesores, incluido Liu Shijin, están pidiendo una respuesta fiscal audaz que vaya más allá de la flexibilización monetaria para abordar los desafíos estructurales tanto inmediatos como de largo plazo.
Liu, ex subdirector del Centro de Investigación para el Desarrollo del Consejo de Estado, ha sido uno de los más firmes defensores de una intervención fiscal a gran escala. Su propuesta de paquete de estímulo de 10 billones de yuanes tiene por objeto proporcionar un alivio inmediato y, al mismo tiempo, sentar las bases para un modelo de crecimiento más sostenible. Sin un apoyo fiscal significativo, sostiene Liu, la economía china corre el riesgo de estancarse y es probable que los problemas en el sector inmobiliario y las finanzas de los gobiernos locales empeoren.
El creciente consenso sobre un paquete fiscal integral
Aunque los economistas difieren en cuanto al tamaño específico del apoyo fiscal necesario, las recomendaciones de Liu están ganando terreno, en particular a medida que se hace más evidente la profundidad de los problemas del sector inmobiliario. La inversión inmobiliaria ha caído más del 10% en 2024, y el exceso de oferta de viviendas ha dejado a los promotores inmobiliarios agobiados por inventarios sin vender. La desaceleración de la urbanización de China, combinada con cambios demográficos (como el envejecimiento de la población y la caída de las tasas de natalidad) sugiere que es poco probable que la demanda de viviendas vuelva a los niveles anteriores. No se trata simplemente de una desaceleración cíclica; es un cambio estructural que exige una respuesta audaz y coordinada.
Un enfoque preferido entre los economistas, que Liu llama el marco de “estímulo más reforma”, se basa en la premisa de que la intervención fiscal debe ir acompañada de reformas estructurales para sacar a China de su crisis actual. Un elemento clave de esta propuesta es impulsar el consumo interno, que se deriva del reconocimiento de que la excesiva dependencia de China de la inversión y las exportaciones ha vuelto vulnerable a la economía. Pasar a un modelo impulsado por el consumo es fundamental para el crecimiento sostenible, y esto requeriría un gasto gubernamental significativo para apoyar los ingresos de los hogares, reducir la desigualdad y construir redes de seguridad social, especialmente en materia de atención de la salud y pensiones.
Otro aspecto crucial del plan fiscal es abordar el creciente problema de la deuda de los gobiernos locales. Muchos gobiernos locales han dependido durante mucho tiempo de la venta de terrenos para financiar proyectos de infraestructura y servicios sociales, pero con el mercado inmobiliario en caída libre, ahora están luchando por generar ingresos. La conversión de una parte significativa de la deuda de los gobiernos locales en deuda del gobierno central, lo que aliviaría algunas de las presiones financieras inmediatas sobre las autoridades locales, parece inevitable. Esto podría ir acompañado de reformas fiscales más amplias, como el aumento de las transferencias fiscales del gobierno central o la introducción de nuevos mecanismos impositivos que permitan a los gobiernos locales generar ingresos sin depender de la venta de terrenos.
¿Qué más hace falta? Restablecer la confianza, reconstruir la seguridad e implementar reformas estructurales
Si bien las políticas monetarias y fiscales son esenciales, están lejos de ser una solución completa. Uno de los desafíos más urgentes de China es restablecer la confianza, entre las empresas, los consumidores y los inversores. La economía se ha visto golpeada por medidas regulatorias severas, confinamientos prolongados por la COVID-19 y una caída prolongada del mercado inmobiliario. Esta erosión de la confianza se ha visto agravada por lo que parece ser una falta de dirección clara por parte de los responsables de las políticas. Para que cualquier plan de recuperación tenga éxito, será fundamental reconstruir esta confianza.
Además, los gobiernos locales necesitan algo más que un alivio temporal de la deuda. Es necesaria una reforma integral del sistema fiscal de China para establecer flujos de ingresos estables y fiables. Sin esas reformas, el país se enfrenta al riesgo constante de sufrir nuevas crisis de deuda.
La recuperación de China se ve complicada por el contexto global más amplio. Las tensiones comerciales con Estados Unidos y el debilitamiento de la demanda global han limitado la capacidad de China para depender de las exportaciones como motor de crecimiento, lo que acentúa la necesidad de cambiar el foco hacia la estimulación del consumo interno y el impulso de la innovación. Para lograrlo, China debe priorizar el desarrollo de industrias competitivas a nivel mundial, especialmente en el sector manufacturero de alta tecnología y en el de las energías renovables, lo que exigirá una inversión sostenida en investigación, desarrollo e infraestructura, junto con políticas que alienten la innovación del sector privado.
¿Qué sigue? El camino a seguir para Beijing
A medida que se van dando a conocer las medidas monetarias del Banco Popular de China y se hacen cada vez más fuertes los reclamos en favor de un paquete fiscal audaz, la pregunta sigue siendo: ¿Estará Pekín a la altura de las circunstancias? Sin una combinación coordinada de reformas monetarias, fiscales y estructurales, China corre el riesgo de caer en un estancamiento prolongado. En los próximos meses, además de los aumentos de liquidez, todas las miradas se centrarán en si Pekín lleva adelante las audaces medidas fiscales que propugnan Liu Shijin y otros.
Un paquete de estímulo a gran escala, combinado con reformas específicas para impulsar el consumo, aliviar la deuda de los gobiernos locales y apoyar a las industrias emergentes, podría ser clave para sacar a China de su actual malestar económico. En definitiva, la liquidez es importante, el apoyo fiscal es fundamental y las reformas estructurales de largo plazo son indispensables. Solo abordando estas tres cuestiones podrá China tener la esperanza de salir de esta prolongada desaceleración pos-COVID y sentar las bases para un crecimiento más sostenible.